Estamos en Frankfurt y hemos podido ver, tocar y fotografiar el nuevo BMW i8 que, “el coche más innovador que jamás hayamos creado“, según BMW. Resulta difícil clasificar diferentes coches por orden de innovación pero, por lo que hemos podido ver y saber sobre él, la verdad es que la frase no parece quedarle grande. El coche impresiona, y mucho, pero no sólo por sus proporciones de deportivo extremo sino por el aire futurista que rezuma por cada uno de sus poros. Acabamos de conocer también su precio oficial para Estados Unidos, donde estará a la venta a partir de primavera 2014 a partir de los 135.925 $.
Así pues, vamos a zambullirnos en un baño de imágenes recién horneadas desde Alemania para que podáis contemplar, como si estuvieseis allí con nuestros enviados especiales (y con una buena multitud de personas arremolinadas alrededor, que también veréis) no sólo lo último en superdeportivos sino el que, tal vez, se convertirá en el capítulo uno de una nueva era automovilística con un pié en el placer de conducir y con otro en la tecnología punta orientada a la sostenibilidad.
Exterior de ciencia-ficción que pronto veremos en la calle
Es curioso, pero después de ver el i8 recién presentado en Frankfurt, todavía tenemos más ganas de verlo en la calle. La razón es que su espectacularidad, su aire futurista extremo y su presencia y personalidad encajan bastante bien con el aire imaginativo de fiesta que se vive en un salón de este tipo. Por ese mismo motivo, la pregunta que queda en el aire es cómo queda este coche fuera de los focos y los flashes, en mitad de una ciudad real y al lado de coches “normales”.
Comenzando por el exterior, el coche tiene una presencia abrumadora. BMW se las ha arreglado para crear una forma totalmente nueva que exterioriza la sensación futurista y de materiales innovadores con zonas en negro brillante o semitransparentes y que también proyectan un aire de ligereza, a pesar de que el coche no es precisamente pequeño. A pesar de todo ese torrente de innovación, tanto por dentro como por fuera, se reconoce en todo momento la identidad de la marca e incluso cierta familiaridad con el i3, aunque sólo sea en el lenguaje de diseño que ambos emplean.
El color azul escogido para las superficies pintadas, un azul eléctrico ideal para la ocasión, acentúa todavía más el aire futurista y de innovación extrema que rodea a este coche que, increíblemente, parece que veremos por fin rodando por nuestras carreteras. No se conocen todavía los precios en el momento de escribir estas líneas, y no dejan de ser una gran incógnita teniendo en cuenta la carga tecnológica y de materiales que lleva.
Chasis de aluminio, fibra de carbono reforzada con materiales plásticos, magnesio… todo ha sido reducido a la mínima expresión en cuanto a masa desplazada, suplantando la rigidez del acero con nuevos materiales hasta un 50% más livianos. La apertura de puertas de tijera, cuya funcionalidad tal vez no esté del todo clara, añade sal y pimienta al evento de sentarse a sus mandos y aún lo hará en mayor medida en la calle. Menudo espectáculo, subirse a este bicho marciano en plena calle y arrancar en el más absoluto silencio.
Un interior que nos baja un poquito más a la tierra
Tras este recorrido por las sensaciones que nos proporciona el exterior, vamos a echar un vistazo al interior. En este caso y en comparación, se trata de un habitáculo prácticamente convencional (salvando las distancias con lo convencional) en el que aún más se reconoce el aire de familia con sus hermanos BMW.
Botones, tipografías, salidas de ventilación, volante, incluso el pomo de la palanca central parecen sacados de otro BMW de última generación, pero no de una película sobre el futuro. Por otra parte, el halo de coupé que tenía hasta el momento se convierte ahora más bien en un 2+2 estilo Porsche 911, tras contemplar el espacio disponible para los pasajeros traseros.
No podía faltar la pantalla multifunción en el cuadro de mandos, en el que unas agujas convencionales habrían quedado, posiblemente, fuera de juego. Suponemos que contará con múltiples modos de visualización, pero el que estaba conectado en el momento de la presentación era un modo bastante convencional con un velocímetro mixto a la izquierda (analógico y digital) y indicador de potencia y regeneración energética a la derecha, al estilo de los híbridos actuales.
Y es precisamente esa relativa calma interior, ese cuadro casi convencional con materiales que sí estamos acostumbrados a ver (al menos aparentemente) y esos mandos que se acercan a la realidad bastante más que el exterior, los que hacen este coche creíble y asumible por un comprador que no necesitará ponerse un disfraz de Robocop para sentarse a sus mandos. Habida cuenta de el precio para Estados Unidos antes mencionado, parece que todo apunta hacia los 100.000€ para el mercado europeo.
De momento, podemos confirmar que es real.
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