Generalmente, cada vez que hablamos de la prueba del alce, un constructor de automóviles está echándose a temblar. Se trata de una de las pruebas más importantes para la seguridad de un automóvil, especialmente en esta época en la que los compradores han convertido al todocamino en su objeto de deseo, una prueba de la que como de Santa Bárbara, casi nadie se acuerda hasta que truena. Pero, ¿por qué damos tanta importancia a la prueba del alce? ¿En qué consiste? ¿Estaré en peligro si me compro un coche que no ha superado y convencido a los probadores en los tests?
¿Cuál es el origen de la prueba del alce?
Por su nombre ya habrás podido imaginar de qué países es originaria esta prueba. Si los españoles hubiéramos sido sus principales impulsores, se hubiera llamado la prueba del jabalí, o la prueba del venado, un cérvido muy común por nuestras tierras. Los suecos, con una gran tradición en seguridad vial, probablemente sean los conductores que más importancia dan a estas pruebas. Tened en cuenta que durante buena parte del año deben enfrentarse a carreteras en condiciones muy complicadas, nieve, frío, hielo, tramos revirados y en ocasiones estrechos, surcando bosques en los que resulta bastante común que un alce se cruce en tu camino. Según la velocidad a la que circules, las consecuencias de atropellar a un animal que puede medir hasta 2 metros de altura y pesar hasta 700 kilogramos, puede oscilar entre peligrosa y muy peligrosa con alto riesgo de que el accidente resulte mortal.
¿En qué consiste la prueba?
Nuestra respuesta ante un cérvido, o cualquier animal de gran envergadura, que se nos cruce en la carretera debe ser una maniobra esquiva. El conductor gira el volante hacia la izquierda para evitar el obstáculo y a continuación contravolantea para evitar una salida de vía o una situación aún más grave, un choque frontal contra otro vehículo por la invasión del carril contrario. Es decir, la maniobra para esquivar un animal en la carretera se correspondería con dibujar una ese con la trayectoria de nuestro automóvil. Y es esa maniobra, esa esquiva, la que intenta replicar en condiciones controladas, en circuito cerrado y con conos, la prueba del alce.
¿Cómo se realiza la prueba del alce?
La publicación sueca Teknikens Värld es especialmente conocida fuera de sus fronteras por la realización de pruebas del alce sobre muchos vehículos recién llegados a los concesionarios, especialmente los SUV. Esta publicación fue en buena medida la responsable del mazazo mediático que en los noventa se llevó la primera generación del Mercedes Clase A, que obligó incluso a Mercedes-Benz a corregir los vicios del otrora utilitario de la estrella. También fueron los responsables de las críticas que arreciaron sobre el Jeep Grand Cherokee y los mismos que ahora aseguran – y cito palabras textuales – que el resultado de la prueba del alce sobre un Porsche Macan S Diésel “fue realmente malo, prácticamente un desastre cuando hablamos de la seguridad que se espera de un Porsche”. La prueba de Teknikens Värld se realiza a 70 km/h, en un tramo delimitado por conos bajo unos parámetros estrictamente definidos, que no varían en función de las dimensiones del vehículo que se pruebe.
EuroNCAP también realiza decenas de pruebas – similares, aunque no estrictamente del alce – sobre cada vehículo que pasa por su pista. En este caso la prueba se realiza en un espacio abierto, sin conos ni obstáculos y sin conductor, puesto que utilizan un dispositivo que se encarga de pilotar los pedales y el volante y unos dummys que emulan a los pasajeros. El objetivo de EuroNCAP, más allá de poner a prueba la estabilidad de un vehículo en una esquiva, es el de comprobar el efectivo funcionamiento del control de estabilidad.
¿Y por qué resulta tan importante que un coche supere la prueba del alce?
Huelga decir que si nos encontramos un animal en medio de la carretera, o cualquier otro obstáculo inesperado, es importante que nuestro coche sea capaz de realizar con efectividad dos cambios de trayectoria muy bruscos, el primero para esquivar el obstáculo y el segundo para recuperar la trayectoria original. Ese giro pone a prueba la estabilidad del chasis, puesto que un balanceo excesivo puede ser más que suficiente como para que en el segundo cambio de trayectoria el coche sea ingobernable, o incluso el balanceo sea tan acusado que vuelque o provoque el desllantado de una rueda, y el vuelco también sea irremediable.
Los controles de tracción, de estabilidad y antivuelco modernos son especialmente efectivos para corregir esta problemática y ayudan a corregir ese balanceo excesivo limitando el giro de alguna de las ruedas implicadas. La prueba del alce es crítica en automóviles que por su envergadura, y sobre todo su altura, son más proclives a sufrir problemas al tener que lidiar con dos cambios de trayectoria tan bruscos, por ejemplo los SUV y los todoterreno. Aunque ya decimos que la tecnología ha conseguido corregir en buena medida algunos de estos vicios adquiridos por vehículos de altura considerable.
Aunque tengas la suerte, o la desgracia, según se mire, de moverte por carreteras en las que apenas hay presencia de fauna salvaje, es importante pensar que esta maniobra no solo se realiza para esquivar un animal, sino también para evitar un accidente contra un coche que por cualquier causa ha realizado una frenada de emergencia, evitar un obstáculo que se ha precipitado sobre la carretera, o no atropellar al hijo de los vecinos que se ha cruzado sin mirar.
Estudiando el caso práctico de la prueba del alce del Porsche Macan
Teknikens Värld asegura que, en todas las pruebas que realizaron sobre el Porsche Macan, el resultado fue exactamente el mismo que el que se aprecia en el vídeo superior y que ya os comentábamos en otra entrada. Dicho lo cual, entiendo que consideren que no ha pasado la prueba por el desplazamiento que se produce hacia el extremo izquierdo (derecho desde el ángulo en que lo vemos en el vídeo) que provoca que caigan los conos. Aún así, el veredicto me parece como mínimo exagerado cuando aseguran que el resultado del Macan “fue realmente malo, prácticamente un desastre cuando hablamos de la seguridad que se espera de un Porsche”
El problema que desconcertó a los probadores de la revista sueca fue que tras el primer cambio de trayectoria, el Porsche Macan intenta recuperar la línea recta, lo que significaría rodar innecesariamente por el carril contrario, puesto que en una esquiva como esta lo que quieres es recuperar tu carril inmediatamente después de haber sobrepasado el obstáculo. He de reconocer mi ignorancia sobre las condiciones exactas que exige Teknikens Värld para validar la prueba, pero incluso teniendo en cuenta las impresiones de sus probadores, se aprecia claramente como el Macan, si bien pasa sobre los conos que delimitan la calzada, es capaz de recuperar la trayectoria, el carril original, y pasar por la última puerta que cierra el circuito sin derribar el último cono.
De hecho, he de reconocer que incluso me resulta digna de admiración la capacidad con la que el Macan, un SUV de dimensiones y pesos nada desdeñables, mantiene la verticalidad de la carrocería en sendos cambios de trayectoria. Y precisamente Porsche, en sus alegaciones a la revista sueca, declaró que la reacción del Macan se debe al trabajo del sistema Active Rollover Prevention (ARP) que no solo reduce el exceso de balanceo en una situación de riesgo como esta, sino también la posibilidad de sufrir un sobreviraje o desllantar.
En Diariomotor: La prueba del Alce se le atraganta al nuevo Porsche Macan