El Mazda CX-5 es un SUV del segmento C fabricado por Mazda desde 2012. Ahora, se comercializa su segunda generación, presentada en 2017 y actualizada en 2022. Se trata de un automóvil con motores térmicos, diésel y de gasolina, aunque los segundos van siempre asociados a un sistema de hibridación ligera (etiqueta ECO). Además de un aspecto suave, elegante y atractivo, presenta mucha calidad y mucho equipamiento con relación a su precio. Se fabrica en Hiroshima, Japón.
Entre las principales alternativas al Mazda CX-5 se encuentra una gran variedad de todocaminos de tamaño mediano, aunque destacan los desarrollados por aquellos fabricantes que se hallan a mitad camino entre lo “generalista” y lo “premium”. Ciertos ejemplos son el Volkswagen Tiguan, el Honda ZR-V o el Alfa Romeo Tonale, si bien todos ellos pueden contar con, al menos, un grado más de electrificación sobre la propulsión.
Diseño del Mazda CX-5
Pese a su renovación estética y tecnológica para la segunda mitad de su ciclo de vida comercial, el CX-5 continúa haciendo gala del diseño KODO, fundamentado en líneas orgánicas, fluidas y refinadas que no renuncian a la visión de un conjunto robusto y moderno. En general, este es un SUV con proporciones armónicas, ópticas estilizadas y estilo deportivo al que le cuesta pasar de moda. Irradia personalidad. Sus llantas tienen indefectiblemente 19 pulgadas de diámetro.
El producto en cuestión, que tiene cinco puertas y cinco plazas, mide 4,58 metros de longitud por 1,85 de anchura y 1,69 de altura, con una distancia entre ejes de 2,70. Pese a no ser una batalla pequeña para su categoría, su segunda fila de asientos no es especialmente amplia, aunque aloja a dos personas de estatura media con mucha comodidad. En cuanto a su maletero, ofrece una capacidad mínima de 522 litros, un volumen que puede elevarse hasta los 1.638 si se abaten los respaldos traseros.
Motores del Mazda CX-5
El Mazda CX-5 está disponible únicamente con versiones turbodiésel, 100% térmicas, o de gasolina sin sobrealimentación y con microhibridación. En cualquier caso, se trata de propulsores con cuatro cilindros en línea y en posición delantera transversal. Los primeros, conocidos como SKYACTIV-D, tienen 2,2 litros y potencias máximas de 150 o 184 CV, mientras que los segundos, llamados e-SKYACTIV-G, son 2.0 o 2.5 y desarrollan hasta 165 o 194 CV, respectivamente.
El diésel con 150 CV sólo puede funcionar con tracción delantera y cambio manual, el de gasolina con 165 CV opta a transmisión automática pero no al sistema 4×4, pero las opciones más potentes siempre se asocian a una caja robotizada y pueden configurarse con dos o cuatro ruedas motrices. Los consumos medios homologados (WLTP) van de los 5,6 a los 7,6 l/100 km, siendo más altos de lo habitual en los motores atmosféricos. Sin poder considerarse malas, todas las combinaciones demuestran prestaciones pobres.
Interior del Mazda CX-5
La cabina del Mazda CX-5 es vanguardista sin prestar especial atención a lo digital, si bien cuenta con una pantalla táctil para el sistema multimedia (10”) y otra normal para la instrumentación (7”) que ocasionalmente se apoya en un sistema de proyección de información sobre el parabrisas. Además, con independencia del acabado (existe un total de siete), se trata de un habitáculo bien construido, con excelentes ajustes y una calidad percibida muy alta con relación a lo que se va a pagar.
Desde la dotación de equipamiento básica (Center-Line Plus), este SUV ya dispone de un conjunto de seis airbags, todos los asistentes a la conducción, anclajes ISOFIX en las plazas traseras laterales, climatizador bizona, conexión inalámbrica de Apple y Android al infoentretenimiento, cuatro tomas USB, seis altavoces, navegador integrado con servicios remotos, tapicería de tela, faros full-LED, kit antipinchazos, así como volante, retrovisores y asientos delanteros calefactados.
Dinámica del Mazda CX-5
A pesar de unos motores de gasolina que necesitan de un régimen de revoluciones elevado para ser contundentes en la entrega de potencia, con el consecuente incremento de consumo que esto supone respecto a impulsores similares pero turboalimentados, el comportamiento dinámico del Mazda CX-5 es equilibrado, si bien prima la agilidad sobre el confort. Los japoneses apuestan por un SUV cuya conducción estimule al piloto y le permita sentir un estrecho vínculo con el coche y con el asfalto.
Para ello, Mazda ha optado por una única puesta a punto, con independencia de la versión y sin distintos perfiles de conducción donde se puedan encontrar diferentes firmezas o reactividades en el volante, los pedales y los amortiguadores. Es un todocamino que se percibe rápido en los cambios de apoyo, aunque filtre bien las irregularidades de la calzada. Su dirección es más precisa que en la mayoría de sus rivales y el hecho de que tenga un puesto de conducción algo más bajo de lo habitual para esta clase de coche, transmite un plus de confianza cuando se es agresivo.