Hemos visto competir en varias ocasiones un coche de rallyes contra un bobsleigh gracias a los chicos de Top Gear (con las apariciones estelares de Henning Solberg y Kris Meeke), sin embargo, no se había visto hasta ahora a un coche deslizarse por el hielo de una pista en la que los participantes se deslizan sobre cuchillas con lo que siempre he considerado como una de las más absolutas demostraciones de locura y valentía a partes iguales, del deporte profesional.
Subaru se había propuesto dar de qué hablar el año pasado y lo consiguió. Mark Higgins batió el record sobre cuatro ruedas en su isla natala y lo hizo con aquel Subaru Impreza atómico desarrollado por Prodrive que nos enamoró a todos. Era difícil rizar el rizo, pero el fabricante japonés lo ha intentado un año más. En esta ocasión se decidía utilizar la única pista natural de bobsleigh que queda en la actualidad, la de St.Mortiz-Celerina, la más antigua del mundo.
En un trazado en el que los competidores llegan a experimentar entre 4 y 5 G’s, lanzándose a velocidades puntas superiores a los 130 km/h, el reto de Higgins era el de demostrar que el Impreza es capaz de enfrentarse a cualquier tipo de reto y que su tracción a las cuatro ruedas le permite incluso enfrentarse a un terreno que no está ideado para los automóviles Después de que el alcalde de St. Moritz diera su visto bueno a este disparatado proyecto, Prodrive se volvió a poner manos a la obra con el encardo de Subaru USA.
El objetivo no era el de crear un prototipo especifico, sino el de mantener su aspecto de producción y únicamente hacer pequeños cambios que aseguraran que esta acción promocional no se convirtiera en una pesadilla, entre ellos, tacos de madera para apoyarse en los muros sin dañar la carrocería. Nuevos reglajes de suspensión, neumáticos con clavos y de nuevo a Mark, tres veces campeón británico de rallyes (hermano de David, rey del Rally America), detrás del volante.
Sólo había dos días para conseguirlo y muchas cosas que podían salir mal. Al igual que los freestylers o los especialistas, Higgins tenía el recorrido detallado en papel con las velocidades límite a las que debía afrontar cada transición, porque en esta ocasión no podíamos hablar casi de curvas y sí de giros en apoyo. Y obviamente las cosas salieron mal… El Subaru Impreza se iba contra uno de los muros de hielo, convirtiéndose en la bola de un pinball gigante y dañando el lateral y parte del techo. Aun así, consiguió terminar el recorrido completo. Quien no arriesga, no gana.