¿Habría que exclamar un gracias a Dios? No se ha vuelto a hablar de ello, lo que probablemente indica que son más los inconvenientes que las ventajas en relación a la propulsión de coches con energía nuclear. Estamos muy acostumbrados a escuchar nuevas ofertas de nuevas energías para mover los vehículos fuera de los convencionales combustibles fósiles: hidrógeno, energía solar, energía térmica, etc. Entre ellas, la más problemática de todas es quizás la que parte de las células de hidrógeno por el almacenaje del mismo. En cualquier caso, no parece un problema tan grave como el de manejar cualquier tipo de energía nuclear.
Éste y otros problemas fueron los que echaron atrás al Ford Nucleon, un prototipo de 1958 que jamás se llegó a fabricar ni para una sola unidad y que significó el primer diseño de coche propulsado por energía nuclear. El Nucleon contaba en su parte trasera con una parte trasera desmarcada del resto de la carrocería en la que se encontraba el sistema de propulsión nuclear propiamente dicho, que básicamente era un reactor nuclear de fisión. Éste producía el vapor de agua que movía dos turbinas diferentes, una dedicada a la tracción en sí y otra para mover un generador eléctrico con el que se abastecían otros elementos del coche.
Si ya era sorprendente para la época un reactor nuclear tan pequeño que pudiera caber en un coche, el propio diseño del coche no se quedaba nada atrás. Bajo un estilo de los coupés largos de la época, el Nucleon se podría dividir en dos partes: la cabina de los pasajeros y la parte de atrás donde se situaba el reactor nuclear.
Esta separación tan forzosa se debía a dos razones: la seguridad de los pasajeros y el enorme peso de módulo de propulsión (reactor nuclear, transmisión, etc), por lo que era necesario buscar un equilibrio en la carrocería. Son dos razones poderosas para avalar un diseño tan tosco al que seguramente le harían falta muchas revisiones para alcanzar un nivel mínimo de estabilidad, comodidad, etc.
¿Cuál era la ventaja de este coche? Como nunca contruyeron ni uno solo no pudieron hacer pruebas para comprobar su rendimiento, pero según aseguraban el Nucleon tenía una autonomía de 8.000 km. Totalmente impensable para la época y aún muy lejos de la nuestra. ¿Y una vez agotada esta autonomía? La reposición de “combustible” se realizaría de forma convencional en una especie de estaciones de servicio nucleares que intercambiarían el módulo de propulsión gastado por uno nuevo.
A simple vista una maravilla: la gran autonomía descrita, una emisión cero de gases contaminantes, el poco ruido que hicieran las turbinas y, aunque no lo indicaron, una potencia más que suficiente. Aún así, es un vehículo inviable sin pasar por una serie de modificaciones que afectarían principalmente a la seguridad. ¿Os imaginais un choque entre dos de estos vehículos? Evidentemente el Nucleon contaba con grandes protecciones para el reactor nuclear, hecho que aumentaba su peso todavía más. ¿Y la manipulación? Dejar en manos de gente irresponsable un reactor nuclear da bastante miedo.
El proyecto murió finalmente pero es interesante ver como el tema de la propulsión nuclear ya fue estudiado hace bastante tiempo.
Vía: 8000vueltas
Más información: wikipedia