Creo que el diccionario de “alguno” no contiene palabras como “grotesco”, “absurdo” o “aberración”. Al menos del que ha hecha esta preparación para las carreras de aceleración o drags, desde luego pensando únicamente en ganar la carrera y no en deshacer los ojos de los aficionados al automovilismo.
La receta para ésto es sencilla: cógete un todoterreno clásico, ensánchalo hasta lo imposible y plántale un descomunal motor en el capó. Dicho y hecho, este pobre Land Rover Defender de los años 50 se ha convertido en un icono del “todo vale para ganar”. El propulsor que casi tapa la visión del conductor es un V8 Cleveland derivado de Ford que alcanza los 800 Cv (en este aspecto es perfecto como dragster). Además de los pasos de rueda desomunales, le han adaptado en el interior unos baquets de lo más “envolvente” y han reducido el salpicadero al instrumental básico. En fin, todo un alarde de elegancia y buen gusto a manos de una máquina prácticamente descontrolada y donde lo más bonito son las pegatinas.
Más imágenes:
A modo de “agradable” comparación, una foto del Land Rover original de 1948.
Vía: autoblog.nl
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