Estamos cansados de ver durante un atasco de circulación que, de repente y sin que se aprecie un motivo aparente, la circulación en alguno de las direcciones se ralentiza hasta tal punto que finalmente queda parado. Resulta un fenómeno bastante extraño (a la par que molesto) del que aparentemente no hay explicación. Unos científicos japoneses han realizado una prueba para intentar averiguar la causa de este suceso.
El test, que podeis ver en vídeo a continuación, consistía en situar a 22 coches en un circuito totalmente circular y que los conductores intentasen mantener una velocidad de aproximadamente 30 km/h. Curiosamente, a partir de unas cuantas vueltas empezaron a aparecer separaciones entre los vehículos con lo que los coches situados detrás de estos boquetes comenzaron a amontonarse.
A su vez, algunos de los vehículos situados al final de los amontonamientos tuvieron que pararse mientras que el vehículo que se encontraba creando el embotellamiento aceleraba para no ganar distancia con el vehículo delantero. Esta ocurrencia se repitió varias veces durante el experimiento. La conclusión está clara para los creadores del experimento: el problema es únicamente humano, porque simplemente hay mucha gente que no sabe mantener la agilidad y velocidad que el tráfico demanda en determinadas circunstancias.
Y aquí se me plantean a mí unas cuantas cuestiones. Una vez que se asegure de que la causa es humana, quizás debería tenerse en cuenta a la hora de establecer la bien llamada y probablemente mal concebida “educación vial”. Es totalmente correcto y necesario enseñar a los futuros conductores a controlar el vehículo (algo que no se realiza al nivel necesario) y a conocer las medidas que deben realizar para mantener la seguridad en todo momento, pero también debería ser necesario enseñar que la agilidad y el saber moverse en situaciones complicadas es también importante.
Una reflexión sobre una serie de elementos en cadena, sin utilizar una psicología demasiado complicada: si el tráfico es pesado y los implicados no reaccionan según la necesidad, se acaba creando un atasco que se expande hasta el colapso. Está demostrado que permanecer en un atasco sin moverse o a un velocidad muy baja provoca agresividad al volante y ésta deriva en conductas que disminuyen severamente la seguridad.
Sinceramente creo que sería determinante “educar” a los conductores a saber tratar los atascos, que imperan cada vez más en las ciudades.
Vía: autoblog.com