El Mega Track es una de esas creaciones que no permanecen en el olvido gracias a la curiosidad que provoca “la mezcla del tocino con la velocidad”. Un deportivo debería ser un deportivo y un turismo con aspiraciones de todoterreno (véase crossover) debería ser exactamente eso, pero en los años 90 el grupo francés Axiam pensó que un vehículo de estas características triunfaría por beber de ambos segmentos de automóviles y regalaría sensaciones muy divertidas. Probablemente fuera así, pero el Mega Track fue un fracaso que se convirtió en sólo cinco unidades de coleccionista.
Bajo el clásico formato de deportivo medio de la época, el Mega Track se las gastaba de lo lindo en cuanto a la mecánica propulsora. Nada menos que un motor de Mercedes V12 de 6.0 litros y 400 Cv montado en una posición intermedia en el vehículo también siguiendo las normas del momento. Suficiente potencia para otorgar a las ruedas en un apartado de todocamino al que el Mega Track pretendía aspirar variando la altura libre al suelo de la carrocería entre los 20 cm que podríamos considerar “estandar” hasta unos 33 cm por encima del suelo (aproximadamente 6 cm más que un Porsche Cayenne Turbo).
Gracias a la mayor altura, a la buena distribución de pesos y a la obligada tracción total de la que hacía gala, las intermedias habilidades todocamino podrían ser suficientes para afrontar algún que otro terreno complicado. Personalmente, no me convence en absoluto “mezclar churras con merinas” pero en cualquier caso dudo que ningún fabricante se le vuelva a ocurrir una idea similar.
El Mega Track junto a un coche que más de uno habremos visto por la carretera. ¿Con cuál os quedáis?
¡Vaya! Al lado de un Ferrari las cosas se ven bastante diferentes.
La cabina desde luego era muy típica de los deportivos de la época: austera, con cuera y orientación de la instrumentación hacia el conductor. Lo que sí era singular era la separación de las plazas traseras tan marcada.
Vía: jalopnik
