La tendencia del mercado en estos momentos no hay duda que es la ecología, las grandes marcas están reduciendo la cilindrada de sus coches, incluso de los de carácter más deportivo. Desde las autoridades se nos anima a comprar coches que gasten menos, hacer un menor uso del automóvil y mayor de los transportes públicos.
Pero muchas veces el consumo que realizamos además de por nuestra conducción, también se ve afectado por factores externos que lo hacen aumentar sin poder hacer nada para evitarlo. En la mayoría de ocasiones dichos factores, que ayudan a que nuestro coche tenga un porcentaje extra de emisiones, depende de los mismos organismos que tanto insisten en la necesidad de un uso más contenido del coche, a quien parece no preocuparles nada más que la parte que es responsabilidad del conductor y no la de la propia vía.
Un elemento tan sencillo como un pulsador para regular los pasos de peatones con semáforo, elimina casi todas las detenciones de vehículos en horario nocturno. Muchos diréis que durante el día en zonas de gran transito peatonal el semáforo estaría continuamente en verde para los peatones, pero no es así, ya que el método que se suele usar consta de unos turnos, por lo tanto en el caso de no detectar pulsación por parte de una persona este pierde su turno; los turnos no varían y en el caso de la circulación de los vehículos el peor caso de un semáforo con pulsador para viandantes sería llegar al mismo punto que se vive hoy veinticuatro horas al día.
Otro factor mejorable es la gestión de los cruces, a los que se les puede aplicar un control similar al de los peatones mediante la instalación de sensores en el suelo, o incluso cámaras que monitoricen el tráfico de forma automática. A veces también nos encontramos con una redundancia de señalización, como en el caso de los semáforos antes de las rotondas que tienen su propia normativa y además se regulan dinámicamente, aunque en determinadas ocasiones podemos ver alguna que lo precisa por necesidades del propio trafico o la alta siniestralidad de la ubicación. En algunas localidades nos encontramos además señales luminosas asíncronas con el resto del sistema, logrando que los conductores enlacen constantemente paradas y puestas en marcha de sus automóviles.
También existen sistemas de semáforos bien sincronizados, pero la velocidad que se ha de alcanzar para pasarlos en verde es demasiado alta o directamente ilegal, con lo que a efectos prácticos es lo que un semáforo que carece de sincronización alguna. Un simple ajuste de la señalización puede conseguir un descenso en el consumo y emisiones no de un coche, sino del parque móvil de una ciudad entera, en Alemania se han dado cuenta de este hecho y han puesto en marcha un sistema que denominan “ola verde“, en el que los coches se encuentran un elevado número de semáforos en verde si circulan a una velocidad inferior a 50 km/h.
No toda la culpa la tienen los semáforos, cada vez podemos ver con mayor frecuencia en nuestras calzadas los famosos badenes, que frenan la circulación de forma drástica y no discriminan entre los conductores que circulan a una velocidad correcta, o los que infringen el límite de la vía. Aunque es una medida altamente impopular, personalmente prefiero los radares a los badenes, los cinemómetros no castigan a los conductores que circulan a una velocidad apropiada, no deterioran ruedas, suspensión y demás partes del automóvil, además de no perjudicar para nada el consumo.
Por último también hay que mencionar el efecto que el resto de conductores tienen en nuestro consumo, los coches en doble fila convierten avenidas de dos carriles por sentido, en calles de un sólo carril por sentido. Hace poco leía que en la Ronda de Outeiro de A Coruña, una de las principales avenidas que cruzan la ciudad de punta a punta, encontramos un coche mal aparcado cada cuarenta metros como promedio. Este problema suele venir ocasionado por la mala planificación del aparcamiento, tema que nos explicaba ayer con mayor detalle mi compañero Óscar en un artículo sobre la problemática del aparcamiento urbano.
No quiero decir con este artículo que la culpa del calentamiento global sea de las autoridades, ni que no debamos considerar la compra de un vehículo de emisiones reducidas cuando adquirimos un nuevo coche. Sólo digo que unas simples medidas pueden llegar a mejorar el consumo hasta del coche que más carburante gasta.