En Sitges, Barcelona, se encuentra una de las joyas olvidadas del automovilismo español: el autódromo Terramar. Fue el segundo circuito permanente de Europa y se inauguró a principios de 1923 en medio de una gran expectación. Como curiosidad, el coste de la obra fue de 4 millones de pesetas, una cifra ridícula en nuestros tiempos pero significativa en la época en la que esta maravilla fue construída.
Era un circuito de velocidad oval, al estilo de Indianápolis pero más pequeño, una vuelta tenía una longitud aproximada de 2 kilómetros y los enormes peraltes aseguraban un buen apoyo lateral en las dos grandes curvas. Parece mentira su estado actual, totalmente abandonado y perdido entre la vegetación. A pesar de ello, permanece prácticamente intacto gracias a su robusta construcción: el pavimento es de cemento y tiene un grosor de 12 centímetros.
El primer evento que acogió el Terramar fue el Grand Prix de España, en una época en la que el gran Tazio Nuvolari empezaba a hacerse un nombre en el mundo de las carreras. Al concluir dicho premio, los organizadores no pudieron pagar ningún premio a los vencedores debido a las deudas que había contraído con la empresa constructora. El declive del circuito fue casi instantáneo y fue desacreditado por la Federación Internacional de Automovilismo.
Durante los años 30 el circuito se vendió a un tal Edgar Morowitz, un adinerado aficionado al mundo del motor. Edgar organizó competiciones de motocicletas, como el Gran Premio de España, así como duelos entre automóviles y avionetas. A pesar de ello la lejania de las grandes poblaciones impedía la llegada masiva de aficionados y Morowitz no obtenía ningún beneficio mediante dichos eventos.
El circuito fue pasando de mano en mano y aunque acogió alguna competición de carácter nacional en los años 50 su decadencia era irreversible. Se dice que actualmente el circuito es propiedad de un terrateniente que simplemente ha dejado pasar el tiempo y prohíbe la entrada de vehículos motorizados, a pesar de ello, estoy seguro de que algunos habrán burlado la prohibición en busca de unas tandas nocturnas.
Es una verdadera pena que una reliquia como este circuito permanezca en el olvido, a pesar de no estar en ruinas. Por eso he querido destacarlo en esta entrada y esperar que quizá en un futuro alguien se digne a restaurarlo y quizá organizar alguna competición, un museo, exhibiciones, o permitir entrar a aficionados del motor previo pago. Ojalá lleguemos a ver tales hechos.
Puedes localizar el autódromo Terramar de Sitges en Google Maps en este enlace.
Vía: Fogonazos, Craks Racing, Forocoches
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