Es un hecho que el dinero cambia la vida a las personas. Para Anthony Hamilton, el estelar éxito de su hijo le ha reportado mucha popularidad, contactos y por supuesto dinero. Puede que el codearse con la élite del automovilismo mundial haya resultado negativo para él esta vez. Los excesos de confianza al volante jamás son buenos ya que suelen derivar en sucesos desagradables y actitudes peligrosas.
La cuestión es que Anthony pidió prestado un flamante superdeportivo para conducirlo durante un tiempo: un Porsche Carrera GT, una bestia de competición valorada en más de medio millón de euros. Parece ser que al salir de su casa intentó impresionar a unos viandantes revolucionando el 5.7 V10 del Porsche, acto seguido, intentó hacer una salida quemando rueda.
El problema es que un Porsche Carrera GT tiene 612 CV que llegan exclusivamente a las ruedas traseras y si no eres un experto, toda esa fuerza bruta puede hacer que acabes girado 180º y en medio de un parque infantil, tras haber atravesado la valla de madera con cierta brusquedad. No hubo que lamentar daños personales, el único afectado del suceso fue el Carrera GT, que aunque maltrecho, presenta daños totalmente reparables.
Anthony Hamilton, en unas declaraciones posteriores al hecho informa de que era la primera vez que tenía un accidente en 30 años y que está realmente apenado por ello. Nunca es demasiado tarde, y la imprudencia al volante tiene sus consecuencias. Las imágenes del Carrera GT dañado no son una estampa bonita, así que para ello qué mejor medicina que verlo bailar por las carreteras de montaña de los Alpes guiado por el piloto Tim Schrick.
Vía: World Car Fans
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