Una de las características del Nissan GT-R que menos gustaron a los preparadores era la protección electrónica de Nissan ante modificaciones en el coche. Algo tan sencillo como sustituir las llantas por otras era detectado por la centralita, que bloqueaba el coche. No hablemos de las modificaciones del motor, que además anulaban la garantía de fábrica. Además, en Japón, la velocidad máxima es de unos 200 km/h a no ser que el GPS del coche detecte que estás en un circuito.
Una inspección oficial es obligatoria tras un track-day para poder mantener en vigor la garantía del superdeportivo japonés. Todo tipo de trabas que al final, tal y como pasa en la informática, se acaban burlando, empezando lentamente a fluir al mercado ls preparaciones. Aunque no se llegan a los 1.000 CV que alcanzaban las modificaciones más extremas de 2.6 del Skyline R34, sí que tenemos ya el 60% de esa potencia disponible.
Los japoneses de Amuse han creado el GT-R más radical hasta la fecha, extrayendo del 3.8 V6 biturbo unos enormes 602 CV a 6.500 rpm y 774 Nm de par máximo a 5.300 rpm. La ganancia de 122 CV y 187 Nm se consigue mediante una reprogramación exhaustiva de la ECU, un aumento de la presión de solplado de los dos turbocompresores y la instalación de una línea de escape de titanio. La línea roja llega antes que nunca entre las oleadas de potencia.
Para mejorar el de por sí impresionante paso por curva del Nissan Amuse ha mejorado la suspensión Bilstein de serie mediante muelles más duros con posibilidad de ajuste en altura, con lo que se rebaja la altura libre al suelo sustancialmente. El peso total del coche se reduce en 45 kg gracias a unos bacquéts Recaro de fibra de carbono y la línea de escape de titanio. Los poseedores de un GT-R en EEUU ya pueden encontrar las modificaciones en los talleres de Amuse.
Vía: autoweek
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