El ciudadano alemán Christian Maier solía competir en la Fórmula 3 y la Fórmula Ford, pero como todos los pilotos de competición, siempre acaba llegando la hora de retirarse. Pero Christian le había cogido cariño a su Reynard 91F, y en lugar de dejar que cogiese polvo en una esquina del garaje y acabar vendiendo a un bajo precio decidió convertirlo en un coche apto para la circulación por carretera. Nada menos que cuatro años de homologaciones han sido necesarios para que la ITV alemana lo aceptase.
Maier acudió al TÜV alemán para que le asesorasen sobre el proceso de homologación, y en el primer instante ya le pusieron abundantes pegas. Insistiendo consiguió que accediesen a modificar su coche, bajo la premisa de “no va a ser para nada barato”. El resultado final ha sido satisfactorio así que hagamos un repaso a esas reformas. En primer lugar, se ha tenido que instalar una especie de paragolpes, lo que se ha conseguido adelantando parte del morro y el spoiler.
La visibilidad trasera estaba comprometida con el gran alerón, por lo que se ha bajado y de nuevo alejado del cuerpo del coche para que actúe como superficie deformable en caso de choque. Los slicks de competición de han sustituido por neumáticos estándar y se han cubierto las ruedas con guardabarros de plástico duro. Protegen al ocupante de las salpicaduras, así como a transeúntes y coches precedentes. En un coche habitual un sistema de iluminación es esencial pero no en un ligero coche de competición.
Se instalaron unos bonitos faros escamoteables, luces de freno en la zaga e intermitentes en los guardabarros, todo ello funcional al 100%. La matrícula obtiene un hueco en la parte trasera, acompañada de su habitual iluminación. Algunas modificaciones mecánicas fueron también necesarias: algo tan habitual como el freno de mano no es de serie en un coche de carreras, así como tampoco lo es el claxon. Las modificaciones suponen un incremento de peso de 105 kg.
Parece gran cosa, pero el peso final se sitúa en 525 kg, menos de la mitad de lo que un BMW Mini pesa. A pesar de ello, desde los 420 kg iniciales la relación peso-potencia ha empeorado, era hora de mejorar la segunda parte del ratio. Se sustituye el motor de 130 CV original por un 2.0 turbo derivado de un Opel Calibra. La potencia casi se duplica inicialmente, pasando a 204 CV y tras modificaciones y ajustes se sitúa en 280 CV finales, este coche es todo un misil capaz de superar los 250 km/h.
Es admirable el resultado logrado, respetando el espíritu original del coche y atrayendo todas las miradas por la calle. Incluso la Polizei queda a cuadros al ver aparecer el Reynard 91F entre los edificios, le paran y verifican que todo está en orden, incluso cuenta con los triángulos de señalización a bordo. A continuación disponéis de alguna imagen más y un vídeo grabado por la RTL alemana hace un tiempo, íntegramente en alemán.
Vía: worldcarfans, youtube
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