General Motors presentaba recientemente en el Congreso estadounidense su plan de reestructuración, uno de los avales para seguir recibiendo ayudas del Estado. Dicho plan implica deshacerse de Saab – ya en camino -, de Hummer y de Opel, manteniendo únicamente Cadillac, Chevrolet, GMC y Buick. Marcas como Pontiac y Saturn desaparecerán del mercado en cuanto termine el actual ciclo de vida de sus productos. Son medidas drásticas desde luego y a Opel le espera un largo proceso de independencia.
Carl-Peter Forster, presidente del consejo de supervisión de Opel, anunciaba ayer que la empresa alemana se escindiría de General Motors tras nada menos que 80 años de relación, dando lugar a una sociedad anónima independiente, creada en base al derecho europeo. GM continuará siendo el accionista mayoritario de Opel, con una participación de en torno al 30-50%, lo que le permitirá seguir manteniendo lazos con su ex-filial, y colaboraciones en cuanto a desarrollo tecnológico e I+D.
Para Opel también supone seguir accediendo a la tecnología estadounidense materializada en productos como el Chevrolet Volt, que dará lugar al innovador Opel Ampera, en palabras de la empresa, “es una gran ayuda contar con el apoyo de un gran consorcio a nivel tecnológico”. Dicho apoyo no comprometerá la posibilidad para los de Russelheim de producir vehículos independientes, no sujetos a la disponibilidad de plataformas y especialmente a los targets de ventas y costes impuestos por GM.
La entrada de nuevos accionistas en Opel ayudará a la empresa a solucionar su necesidad de capital, cifrada en 3.300 millones de euros. Este lunes la empresa presentará al ejecutivo de Angela Merkel su plan de reestructuración, que no contempla el cierre de ninguna fábrica pero podría implicar el despido de una parte de la plantilla europea de Opel, ya que el gobierno alemán es muy reticente a dar ayudas a Opel y en caso de hacerlo sólo las adscribiría al negocio alemán, no al europeo.
Alemania está a favor de la ruptura de Opel con GM, pero tanto opinión público como Estado no se han cortado a la hora de criticar la actitud del gigante grupo americano con los fabricantes sujetos a spin-offs o en venta, al igual que Suecia manifestaba en el caso Saab. Ante posibles dificultades con el gobierno alemán hemos sabido que también se están celebrando negociaciones con los gobiernos español, belga y británico – Vauxhall es el equivalente británico de Opel – en busca de ayudas.
Para ganar más liquidez Opel también está pensando en vender una de sus plantas en Eisenach – donde se fabrican parte de sus Corsa – al interesado grupo Daimler, ello podría hacer que Figueruelas reciba más carga de trabajo. Esta es la situación por el momento, Klaus Franz – del comité de empresa – confía en un futuro prometedor y desde luego potencial para capear la tormenta económica no les falta con interesantes productos como el nuevo Insignia o Astra.
Mientras vemos como se va desarrollando el proceso confiemos en que no haya una sangría de puestos de trabajo en los 56.000 empleos europeos de Opel.
Vía: Automotive News Europe (1 y 2), Yahoo Biz
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