Es un hecho que la industria norteamericana del automóvil está atravesando la peor crisis de la historia moderna, pero dentro de los 3 grandes de Detroit hay a quien le va mucho peor. Haciendo un símil poco ingenioso podríamos decir que estas 3 empresas – Chrysler, Ford y General Motors – están enfermas, pero es esta última la que tiene el pronóstico más grave. Y es que a estas alturas ya nadie teme hablar públicamente de la posible quiebra del gigante automovilístico, y eso que Chrysler no está mucho mejor.
Ayer conocimos que el ejecutivo de Obama ha dado un ultimátum a General Motors, solicitándole que prepare la documentación preliminar ante una eventual declaración de suspensión de pagos. El plazo fijado por el departamento norteamericano finaliza el 1 de junio, fecha que coincide con el plazo ofrecido a GM para que presentara un plan de viabilidad con futuro. Para más inri, las acciones de GM se desplomaron en la jornada de ayer un 17% ante el pánico de sus inversores.
Su actual consejero delegado, Fritz Henderson, no es tan reticente como su predecesor a la declaración de suspensión de pagos, pero antes está tratando de renegociar con sus acreedores una refinanciación de la deuda de 28.000 millones de dólares, así como posibles recortes laborales y sociales con los sindicatos. En caso de producirse la intervención del gobierno, ésta sería rápida y quirúrgica (llevaría apenas dos semanas), para evitar la estampida de los clientes.
El plan de reestructuración pasaría, en el caso de que finalmente se lleve a cabo, por la creación, con el apoyo del gobierno, de una nueva sociedad mucho más pequeña que aglutinaría a las 3 marcas más importantes: Chevrolet, Cadillac y GMC, mientras que el resto (Hummer, Saturn…) quedarían en la vieja GM, que sería liquidada. El rotativo The New York Times cifra en 70.000 los millones necesarios que tendría que aportar el gobierno para hacer frente a la liquidación de esta compañía, incluyendo el cierre de fábricas y las necesidades sociales de sus empleados.
Y es que la crisis global no ha afectado por igual a todos los fabricantes. Así, mientras compañías altamente diversificadas, con presencia en todo el mundo y con modelos enfocados a la eficiencia, como Volkswagen, ven como sus resultados lejos de hundirse mejoran, las empresas norteamericanas ven como el haber vivido demasiado centrados en su mercado, donde la eficiencia apenas era valorada hasta hace muy poco, les está haciendo quedar descolgados del resto. ¿Será el Chevrolet Volt el mesías que les ayude a salir de la crisis?
Vía: Expansión
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