Se veía venir y finalmente ha ocurrido. Esta mañana, en Nueva York, uno de los mayores fabricantes mundiales de automóviles se declaraba en bancarrota, acogiéndose a la protección – jurídica y crediticia – del Chapter 11 de la ley de quiebras estadounidense. Es General Motors quien termina de esta manera una historia de cien años de antigüedad, iniciando de inmediato un proceso de reestructuración y liquidación de activos que dará lugar a una empresa completamente nueva.
El gigante de Detroit se suma a Chrysler en la insolvencia, quedando únicamente en pie Ford como estandarte de la industria automovilística americana. A GM no le iban bien las cosas, una mala política de productos se combinaba con varios años en pérdidas, una rigidez laboral y salarial excesiva, elevadísimos costes fijos y desde 2008 la crisis económica mundial. Los 19.000 millones de dólares recibidos de los contribuyentes americanos no pudieron mantener a flote un barco con demasiadas vías de agua.
El último esfuerzo fue en vano, los poseedores de deuda no aceptaron su conversión por acciones, forzando a GM a la única vía posible, la bancarrota controlada. GM no va a desaparecer, los activos de la “GM mala” serán liquidados y la “GM buena” comprará los activos que desarrollarán su nuevo modelo de negocio. Se estima que el proceso de liquidación y reestructuración será más largo que el previsto para Chrysler, hay muchos acreedores y la empresa es mucho mayor, por lo que durará de 60 a 90 días.
GM entra en la bancarrota con unos activos valorados en 82.000 millones de dólares, mientras que su deuda es de nada menos que 172.000 millones de dólares. La Reserva Federal estadounidense entregará a GM un préstamo – según los mismos, sin obligación de devolución – de 30.000 millones de dólares para ayudar a la empresa a superar su reestructuración. Una vez emerja la nueva GM, reorientará hacia la eficiencia y los vehículos más pequeños su gama de productos. Su estructura de propiedad cambiará.
El 60% de la nueva GM será propiedad del Tesoro estadounidense, que ha afirmado sólo intervendrá en temas corporativos y económicos, dejando la dirección y administración al futuro equipo directivo. Un 20% acabará siendo propiedad de la VEBA, el fondo que garantiza cobertura sanitaria a los jubilados de GM. Un 12% será propiedad del estado canadiense, que aportará 9.500 millones de dólares en el proceso. El resto irá a parar a manos de los acreedores asegurados, que recibirán garantías para obtener hasta el 25%.
Mientras todo el embrollo jurírico-económico busca una solución, se cerrarán más de 14 fábricas – con los consiguientes despidos – y se entrega en bandeja el mercado estadounidense a Ford. El óvalo azul lleva ganando cuota de mercado desde hace años, y con Chrysler y GM momentáneamente fuera del ruedo tiene el mercado prácticamente reservado, si nos olvidamos de las marcas extranjeras. En cualquier caso, GM superará esta situación y muestra de ello es el anuncio que han rodado, mostrando su compromiso.
GM puede salir reforzada de este proceso, confiemos en el futuro. En cuanto a las operaciones internacionales, no hay de qué preocuparse, seguirán funcionando como lo han hecho hasta ahora, manteniendo garantías y ofreciendo los mismos servicios al cliente.
Seguiremos informando.
Vía: Expansion, Autoblog
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