El mundo de las motocicletas es prácticamente un coto vedado al gasóleo, alguna aplicación militar puede emplearlo como combustible, y la impresionante Y2K a reacción lo quema en su turbina, pero son excepciones extremadamente puntuales. Las motos deportivas, de viaje, scooters o ciclomotores – con independencia de su cilindrada – queman gasolina en sus motores desde sus orígenes.
Hay razones lógicas para ello, se desea un motor ligero, compacto (y por tanto de baja cilindrada) y sin un par máximo demasiado elevado. En el extremo, algunos 600 cc entregan una potencia de más de 100 CV a un régimen de giro muy alto, más de 13.000 rpm en algunos casos. Tradicionalmente los diésel han sido pesado y lentos, sin olvidarnos de que debido a su tecnología a 5.000 rpm están muertos, invariablemente .
¿Hay hueco en el mercado para una moto turbodiésel? Para ciertas aplicaciones opino que sí. Para motos de viaje que van a hacer muchos kilómetros o deportivas pesadas tiene lógica disponer de un motor con mucho par máximo en bajas y un consumo de combustible muy reducido. Dado el peso de una moto es muy fácil que su consumo medio baje de los 3 l/100 km, lo cual es un alivio para cualquier bolsillo.
Yamaha también debe haber pensado en ello porque acaban de registrar varias patentes europeas para diversos elementos de motor turbodiésel para una moto, como podéis ver en el esquema que hay en la cabecera del artículo. Para motores de cuatro cilindros en línea o V-Twin el intercooler iría montado sobre el motor para evitar daños al mismo y el turbocompresor a un lado del bloque, bien protegido por el carenado.
Se estaría trabajando en un tipo especial de turbo y puede que un bloque y culata enteramente de aluminio, lo ideal para una moto. No olvidemos que Yamaha es todo un especialista en motores, suyos son el 5.0 V8 del Lexus IS-F o el 4.4 V8 del Volvo S80.
Vía: Autoblog Green -> Hell For Leather
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