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Proyecto Rosemeyer, el superdeportivo que pudo cambiar Audi

La nostalgia es uno de los fluidos que engrasa la industria automovilística y allá por el año 2000 Audi quiso rendir tributo a uno de los pilotos de la era Auto Union, Bernd Rosemeyer, fallecido el 28 de enero de 1938 en un accidente automovilístico intentando romper el récord mundial de velocidad en la autopista que unía Frankfurt y Darmstadt. Una ráfaga de viento desestabilizaba el coche de Rosemeyer enviándolo a una muerte segura.

Sesenta y dos años habían pasado desde el accidente y Audi decidió crear un sudeportivo con el que rendir tributo al piloto cuya lealtad a la compañía le costaba el precio más alto. El Proyecto Rosemeyer aunaba dentro de su carrocería de aluminio uno de los mayores alardes tecnológicos hasta el momento, tanto en lo tocante a electrónica, mecánica y aerodinámica, sin olvidar en ningún momento todos los elementos que caracterizaban a los clásicos Auto Union.

Audi Rosemeyer

La gran parrilla frontal, junto con la gran cubierta del motor que cae hacia la zaga eran dos de los elementos de diseño clave que presentaban las “Flechas de Plata” en el periodo de preguerra. También comparte el mismo acabado de la carrocería, que no presenta rastro alguno de pintura, tan sólo aluminio pulido en acabado mate.

El Rosemeyer se trata de un coche con unas líneas muy geométricas, con entradas de aire rectas, pasos de rueda semicirculares y un techo en forma de cúpula. En busca de la mayor aerodinámica posible los espejos retrovisores desaparecen del exterior para sustituirse por cámaras, cosa que hoy en día es bastante común, cuyas grabaciones se visualizan en las pantallas del interior. Las enormes llantas de 20 pulgadas llegan casi a sobresalir de la carrocería, albergando en su interior unos discos de freno ventilados y perforados.

El interior, del estilo de los que montaba Audi por aquel entonces, hace uso de exclusivos materiales como la fibra de carbono para el salpicadero, el aluminio, o el Nomex que hace ignífugo el techo, montantes y partes del suelo. La luminosidad es una de las claves del habitáculo, que dispone de un parabrisas panorámico, mientras que el cristal situado tras los asientos de cuero no nos permite visibilidad alguna del exterior, sino que a través de él podemos contemplar el imponente motor que va montado en posición central trasera.

Audi Rosemeyer

Dicho motor es un viejo conocido ya, pues se trata del mismo bloque de 16 cilindros en W que monta el Bugatti Veyron, sólo que en este caso no hace uso de ningún turbo. Con un cubicaje de 8.004 cc, este motor atmosférico entrega 630 CV y tiene un par motor máximo de 761 Nm a 4.000 rpm. Para encaminar esa potencia a las ruedas, la elección fue la de una caja de cambios manual de seis velocidades y tratándose de un Audi tan especial, no podía faltar tampoco el sistema de tracción a las cuatro ruedas quattro.

A pesar de la aceptación que tuvo el prototipo, Audi decidió no comercializarlo, alegando que los costes de fabricación proyectados serían demasiado altos, aunque lo más seguro es que el proyecto viera su fin para no entorpecer las ventas de Lamborghini y no oscurecer un Bugatti Veyron que por aquel entonces ya se estaba gestando con el 18/3 Chiron.

No cambiéis de canal porque el próximo coche que repasaremos es el que llevaría a Bugatti a ser lo que es hoy en día, el previamente mencionado Bugatti 18/3 Chiron, que desembocaría en el archiconocido Veyron.

Audi Rosemeyer

En Diariomotor: Clásicos de la competición: Audi 90 quattro IMSA GTO, La historia del Porsche Panamericana

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Iván Palleiro

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