Definirlo es complicado, lo vamos a dejar en originalidad de mitades de siglo. El Flajole Forerunner es uno de esos coches que, si no fuera por su originalidad, pasarían desapercibidos tantos años después de que fuera diseñado (1955).
Su creación corresponde a Bill Flajole quien además pone el nombre para la posteridad. Este diseñador puede que no os suene pero trabajó para Chrysler, General Motors y Ford, que en aquella época eran quienes manejaban el cotarro. El Forerunner nació como un prototipo y como un prototipo murió pero sirvió de coche habitual para su creador y esto dice bastante de él.
Hablamos de los años 50 y cualquier salto de diseño por encima de lo estipulado suponía ser vanguardista. Ahora simplemente nos parece hasta excéntrico. El Flajole Forerunner es un coupé descapotable de dos plazas, con su típico morro alargado y su parte trasera empinada. Lo que choca es que la zaga y el habitáculo se funden de una forma bastante original.
El techo es transparente y se puede retraer en su amplia trasera, gracias a un sistema mecánico que lo desliza. Desde el habitáculo no hay visión de lo que hay detrás del coche. ¿Solución? Situar el espejo retrovisor interior de siempre por encima del techo. No es la mejor forma ni la más aerodinámica pero es útil (más en el tráfico de ahora que en el de antes desde luego).
El interior es de lo más in de la época aunque se nota que lo han restaurado. Va desde el extremo de la sencillez, con el cuadro de mandos lleno sólo de indicadores, hasta lo más trabajado: los asientos. Son de cuero, a juego con el blanco y el violeta del resto del coche, pero lo más interesante de cada uno es su curvatura para recoger al pasajero y su reposacabezas.
Sólo existe uno y por tanto tiene ese sabor de exclusividad máxima que tanto le tienta a un coleccionista. A un coleccionista con una buena cuenta corriente, porque el Flajole Forerunner podrá ser suyo después de desembolsar 350.000 dólares.
Flajole Forerunner
Vía: motorpasión | hemminsautoblog
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