No hay duda de que uno de los mayores escollos que tienen que superar los coches eléctricos para poder convertirse en una seria alternativa al coche convencional es el tiempo necesario para recargar sus baterías de ion-litio. El proyecto Better Place apuesta por un sistema de intercambio de toda la batería, sustituyendo en unos minutos la pila descargada por una completamente llena.
Un concepto similar, aunque a priori más sencillo, lo ha presentado estos días la división de tecnología química del Instituto Fraunhofer: baterías de flujo redox que emplean electrolito líquido. La idea consiste en sutituir el electrolito agotado por uno fresco y totalmente cargado. Algo similar a lo que se hace con el aceite del motor, pero con la batería. Un repostaje con sustancias líquidas parecido a lo que estamos acostumbrados en la actualidad con los combustibles fósiles, con la diferencia de que el electrolito agotado se recargaría nuevamente en la estación de servicio para servirlo después a otro automóvil.
La baterías redox no son nuevas, pero hasta ahora apenas se les prestaba tención en el campo de la automoción por su baja densidad energética, que permitía unas autonomías insuficientes para un uso normal. El Avance del Instituto Fraunhofer consiste en una versión mejorada que aumenta su capacidad entre cuatro y cinco veces, acercando su densidad energética al nivel de las actuales baterías de ion-litio.
Aunque la idea resulta interesante, aún está dando sus primeros pasos. El primer prototipo circulante emplea una única batería, de modo que se está ensayando en un vehículo en miniatura (el de la foto). El siguiente paso será acoplar varias de estas celdas y optimizar su gestión, pero siempre a nivel de coches a escala.
Para poder dar el salto a coches de tamaño normal falta todavía bastante tiempo, y aún queda por solventar los posibles problemas que suponga este sistema a gran escala (infraestructuras, costes de producción, distribución, reciclaje, gestión de residuos, etc, etc, etc.), además de la pregunta de siempre, la de saber cómo se generará la electricidad que se emplee en recargar este fluido mágico. Habrá que esperar para ver si esta tecnología tiene potencial dentro del mundo del automóvil real o se queda en el ámbito de los coches de juguete.
Vía: Wattgehtab
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