La industria automovilística en pleno apuesta por la reducción de peso como una de la vías para mejorar los consumos y por extensión las emisiones de los coches, además de ser el único camino por el que pueden circular los coches eléctricos puros, que bastante tienen con cargar, y además recargar (perdón por el chiste fácil) con un buen número de kilos extra en forma de baterías.
Además de la carrocería, chasis, guarnecidos interiores y demás elementos sometidos a dieta, ahora les llega el turno a componentes más críticos para el comportamiento del vehículo, como puede ser la suspensión. En esta línea, ZF Friedrichshafen (conocida por sus cajas de cambios) ha presentado dos estudios que no solo aligeran peso, sino también los costes de producción. Uno de ellos resulta especialmente llamativo, ya que vuelve a poner de actualidad un concepto a casi extinguido en los vehículos de turismo: ¡la suspensión por ballestas! (Y no pongan esa cara, que yo también me he asustado).
Excepto algunos todo terreno rústicos, coches de trabajo como los pick-up, algunos vehículos comerciales derivados de turismos y la curiosa excepción del Corvette, las ballestas prácticamente han desaparecido de los sistemas de suspensión de los coches actuales, a expensas de muelles helicoidales y las suspensiones neumáticas. Incluso la mismísima Land Rover marcó todo un hito histórico cuando decidió prescindir de las ballestas en su mítico Defender en favor de los resortes.
Por eso resulta tan chocante que ZF haya echado mano del pasado para mostrarnos su forma de entender el futuro. Una solución que de entrada provoca desconfianza pero, que según ellos, no solo no afecta a la dinámica del coche, sino que además de mejorar las cifras de la báscula y reducir la complejidad del conjunto consigue, y eso sí es creíble, reducir los costes de fabricación.
El planteamiento de esta suspensión trasera desarrollada por ZF se centra en una ballesta transversal de material plástico reforzado con fibra de vidrio. Algo así como una versión descafeinada de las que monta el mencionado Corvette. La ballesta une ambas ruedas, encargándose tanto del guiado de las mismas como de las funciones de suspensión. De este modo se eliminan elementos mucho más costosos como los muelles, las baras estabilizadoras o los tirantes transversales.
Un esquema sumamente sencillo que, por lógica, está pensado para pequeños vehículos urbanos, utilitarios y compactos con pocas pretensiones y, sin lugar a dudas, para coches eléctricos de baterías, donde el peso de todo el conjunto es un parámetro fundamental. Un desarrollo que más que un paso hacia el futuro parece más un regreso al pasado (por cierto, igual que los coches eléctricos, que eran mayoría a principios del siglo pasado). Al fin y al cabo, eso es la moda: volver a poner de actualidad lo que en su día se pasó de moda.
Vía: ZF Friedrichshafen AG
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