Estados Unidos y Rusia (o dicho de otro modo Norteamérica y Asia) están separados por apenas 85 kilómetros, la anchura media de un brazo de mar conocido como el Estrecho de Bering. Comunica el Mar de Chukchi con el Mar de Bering, y recibe su nombre en honor a Vitus Bering, el explorador danés que lo cruzó en 1728, evidentemente en un barco.
Con esta información queda claro que, a pesar de tan poca distancia, resulta más que difícil cruzar de un continente a otro por este punto con un vehículo de cuatro ruedas, ni siquiera por su parte más estrecha, los 64 kilómetros existentes entre el Cabo Dezhneva en Siberia y el Cabo Príncipe de Gales en Alaska. Tampoco la presencia de dos islas a medio camino, Diómedes Mayor (rusa) y Diómedes Menor (estadounidense), parecen ofrecer suficientes garantías de éxito a un coche, aunque esté catalogado como un “todo terreno” de ilustre linaje.
Pero si unimos la insensatez de no querer usar un barco, la robustez de un Land Rover Defender, la testarudez de un granjero británico y la obstinación de su amigo para equipar al coche con un par de, por así decirlo, alerones “salchichones laterales” con escasa inspiración aerodinámica pero suficiente capacidad hidrodinámica, es posible que lo que parecía imposible se conviertiese en una auténtica hazaña automovilística. Aunque para llegar de una orilla a la otra con este Land Rover anfibio fuera necesario todo un mes.
La proeza formaba parte de la peculiar Cape To Cape Expedition, una pesadilla concebida en 1995 que buscaba recorrer el itinerario más largo que se pudiera realizar por tierra firme empleando un único vehículo. La opción vencedora consistía en unir el Cabo de Buena Esperanza con el Cabo de Hornos, atravesando Africa, Asia y América. Más de 40.000 kilómetros por tierra firme, a excepción de esas pocas decenas de millas náuticas del turbulento Estrecho de Bering. Llegado el momento de ponerse en marcha, en 2008, los problemas financieros obligaron a prescidir de la etapa africana, partiendo desde Londres con destino a la punta austral de Chile.
Aunque la aventura daría para escribir más de un post, nos centraremos en el paso del estrecho de Bering. La opción de atravesarlo durante el invierno con un vehículo adaptado para caminar sobre el hielo se descartó por demasiado peligrosa debido a la presencia de icebergs, las corrientes marinas y la imprevisible meteorología de la zona; y técnicamente inviable por el hecho de que un vehículo capaz de avanzar sobre el hielo difícilmente podría recorrer miles de kilómetros por carretera para llegar hasta ese hielo.
La premisa fundamental exigía que se usara un solo automóvil, por lo que el desafio consisitía en adaptar un coche normal para poder realizar una incursión en el mar. En otras palabras, tomar un Land Rover Defender, sacarle una toma de fuerza adicional para mover una hélice y acoplarle unos enormes flotadores. En total, tres toneladas de coche, incluyendo 250 litros de combustible.
Tras casi una década de desarrollo y pruebas en algunos lagos ingleses, el Land Rover definitivo salió de Londres el 20 de enero de 2008, llegando al poblado ruso de Uelen, a orillas del estrecho, el día 3 de marzo. Atrás quedaban las dos últimas semanas de viaje a lo largo de la costa ártica siberiana con temperaturas de 40º bajo cero y la temible compañía de unos cuantos osos polares.
Steve Burgess, el granjero y su equipo regresaron a Inglaterra a esperar la época del deshielo. Tres meses después, el 7 de junio, Burgess y su amigo Dan Evans (responsable de las modificaciones del coche) se adentraban en el mar ignorando la amenaza de un temporal que se avecinaba. Tras nueve horas de navegación, a velocidades de unos 6 km/h, y ante el riesgo que suponía el mar embravecido por la tormenta, optaron por hacer escala en Diómedes Menor.
El mal tiempo y el desinterés de los habitantes de la isla (poco más de cien) por facilitar una barca de rescate a los exploradores obligaron a que el coche permaneciera allí durante todo un mes. En ese periodo, Burgess cruzó hasta Alaska en un bote, voló hasta Inglaterra para recaudar fondos que le permitieran fletar un barco de ayuda y regresó a la isla. El 7 de agosto, el Land Rover volvía a las frías aguas del estrecho de Bering para, seis horas y media más tarde, alcanzar las playas del Cabo Príncipe de Gales en Alaska. En total, el coche estuvo en el agua durante 18 horas y 50 minutos, que fue el tiempo que necesitó el Land Rover para cruzar el Estrecho de Bering.
Vía: timesonline
Web de la expedición: Cape to Cape Expedition, con una extensísima galería de fotos.
En Diariomotor: Land Rover Defender Dragster, ¿a dónde vamos a llegar? I Land Rover Defender 6×4 Puma Concept, prototipo de camuflaje