Holanda abre nuevos caminos impositivos enfocados, al menos en teoría, a luchar contra el cambio climático y el consumo de combustibles fósiles. Tras años de negociaciones, el gobierno holandés ha decidido sustituir a partir de 2012 el infame impuesto de matriculación (que no deja de ser un impuesto de lujo) por una nueva tasa de kilometraje.
Inicialmente, los conductores pagarán 3 céntimos de euro por kilómetro recorrido, tasa que ascenderá hasta los 6.7 céntimos de euro para 2018. Una medida polémica que no grava la adquisición de un vehículo pero que anima a dejarlo en el garaje con más asiduidad. El gobierno estima que con esta medida las emisiones de CO2 descenderán un 10%, las muertes en carretera en un 7% y los atascos a la mitad.
La asociación de automovilistas de Holanda se ha posicionado a favor de la propuesta al considerarla beneficiosa para la mayoría, mientras las asociaciones ecologistas creen que es insuficiente. Para poder ejecutar el plan, papá estado controlará las distancias recorridas mediante dispositivos GPS específicos que tendrán que ser instalados en todos y cada uno de los vehículos circulantes. El aparato medirá el kilometraje y enviará la información a un cajero central que descontará el importe de la cuenta corriente del titular del automóvil.
Para asegurar la protección de datos, el GPS no registrará datos sobre el itinerario. Las cuentas esgrimidas por el gobierno holandés aseguran que el montante total del impuesto recaudado (6.600 millones de euros) no variará respecto al impuesto anterior. Según sos números, el 59% de los conductores pagará menos con el nuevo sistema, mientras el 25% no notará diferencia y el resto verá aumentado su gasto por circular en automóvil particular.
A primera vista, el concepto no parece malo, sobre todo por quitar de enmedio algo tan mezquino como el impuesto de matriculación. Obliga a pagar más a los que más consuman, pero para eso no hacía falta tanta parafernalia pues bastaba con repercutirlo directamente sobre el precio de los carburantes, como ya se hace ahora. Y no quiero ni imaginar la cara que habrán puesto los que usen el coche como herramenta de trabajo.
Vía: spiegel.de
Foto: europarl.europa.eu
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