Según informa el periódico económico alemán “Handelsblatt”, BMW ha tirado la toalla y ha puesto fin a su programa de investigación sobre coches con motor de combustión interna que emplean el hidrógeno como combustible. La marca bávara ha optado por dedicar todos sus esfuerzos en desarrollar coches eléctricos de baterías. El abandono de BMW supone que el único fabricante que se mantiene, al menos de momento, en el camino del motor de hidrógeno es Mazda, con la particularidad de que se basa en el motor rotativo Wankel en lugar del típico motor Otto.
Un planteamiento técnico que en un primer momento parecía tener sentido al permitir usar, indistintamente, hidrógeno o gasolina como carburante en un coche de configuración convencional, pero que ahora no resulta tan interesante ante el avance del coche eléctrico y su diferente concepto estructural. Mazda se queda sola en una situación un tanto comprometida.
BMW eligió, en su aproximación al hidrógeno, un camino diferente al resto de constructores, un camino que le ha llevado a un callejón sin salida. Los demás se decantaron por la célula de combustible, una tecnología totalmente compatible con el coche eléctico de baterías, a las que de hecho puede sustituir.
La renuncia de BMW no supone, necesariamente, un paso atrás en el desarrollo del hidrógeno como vector energético del futuro. Casualmente, hace poco se reunieron Daimler, Ford, GM, Honda, Hyundai, Kia, Renault, Nissan y Toyota para firmar un convenio destinado a facilitar de introducción en el mercado de los coches propulsados mediante célula de combustible. Nissan y Daimler incluso hablan de un inicio de producción en serie para 2015. Solo Volkswagen, por razones que no alcanzo a comprender, se ha descolgado de este acuerdo.
Vía: Handelsblatt
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