Me imagino que todos estáis al tanto de la Cumbre de Copenhague, que se está desarrollando estos días en la capital danesa. Cualquiera con una mínima conciencia ecológica reconoce su importancia puesto que en ella se decidirán las pautas de actuación contra el cambio climático de los próximos años. No voy a entrar en valoraciones profundas pero no me equivoco si afirmo que marcará el camino a seguir para muchas industrias y entre ellas nuestro querido sector del automóvil.
Se impondrá una mayor reducción de las emisiones y a buen seguro se dará un impulso a combustibles alternativos y medios de transporte no contaminantes. Pero no vamos a hablar de ello, sino de la hipocresía de los líderes mundiales que nos representan. No me gusta ser así de categórico, pero las más de 1.200 limusinas alquiladas por nuestros líderes – adivinad quién las paga – reflejan un comportamiento un tanto irresponsable para una clase política que debería predicar con el ejemplo.
En España tenemos que agachar la cabeza, mi compañero Fernando nos hablaba hace unos días de los paseos de los políticos con coches oficiales caros y de altas emisiones. Majken Friss Jorgensen, director de la principal compañía de limusinas del país comenta que normalmente tiene unas 12 limusinas en servicio a diario, el día de la apertura de la cumbre tenía 200 limusinas. Y aún así se quedaba muy corto, teniendo que traer tragones vehículos desde las vecinas Suecia y Alemania, cientos de kilómetros.
Sólo los franceses se quedaron con 42 limusinas, para sus oficiales de gobierno, equipos de seguridad y principales mandatarios. Entre el total de vehículos de lujo alquilados, sólamente cinco vehículos eléctricos o híbridos. “El gobierno usa algunos vehículos con combustible alternativo, pero la mayoría son diésel o gasolina. Los híbridos y eléctricos tienen sorprendentemente unos impuestos extremos” comenta Jorgensen. Esta desfavorable fiscalidad los convierte en productos de superlujo.
Aún así, no veo la razón por la que los dirigentes mundiales no hagan un uso más intenso del transporte público o se muevan en bicicleta – con toda la protección que quieran – ya que Copenhage es una de las capitales mundiales del uso de la bicicleta. Se estima que el impacto a nivel de emisiones de CO2 de esta cumbre será de 41.000 toneladas, el equivalente a una ciudad de 150.000 habitantes. No nos podemos olvidar de los jets privados que muchos han usado o de los desorbitados gastos en hoteles de 600€ la noche.
Nos queda la esperanza de que estas emisiones se vean más que compensadas en el futuro con los importantes acuerdos a los que se llegue. Espero encarecidamente que así sea pero no puedo evitar una pérdida de fe en los gobernantes, además de acordarme de un par de hits del refranero español: “A Dios rogando y con el mazo dando” y “En casa del herrero, cuchillo de palo”.
Vía: Telegraph
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