El último episodio de Top Gear, nuestro show automovilístico favorito, se desarrolló en Sudamérica. El especial de hora y cuarto de duración, a la altura de las excursiones por África o el Polo Norte, consistía en atravesar una buena parte de América del Sur. El inicio de una ruta de más de 1.600 kilómetros de longitud se daba junto a un caudaloso río en Bolivia, teniendo que abrirse paso a través de buena parte de la selva amazónica sólamente para llegar a caminos medianamente transitables.
Las monturas de nuestros tres protagonistas fueron compradas en una vez boliviana de vehículos de segunda mano, con un presupuesto limitado. El coche elegido por Richard Hammond fue un viejo Toyota Land Cruiser diésel, con innumerables problemas mecánicos y sin frenos. James May optaba por un Suzuki Samurai con tracción a sólo tres ruedas y Jeremy Clarkson – cómo no – se hizo con un Range Rover V8 de hace 20 años, muy usado pero que resultó ser el más fiable del trío.
Una vez en camino transitables Richard Hammond, James May y el genial Jeremy Clarkson tuvieron que ascender la Carretera de los Yungas, a la que ya hemos dedicado un especial. Ascendiendo desde la selva hasta los más de 4.000 metros de altura a los que se encuentra La Paz tuvieron que luchar contra el sobrecalentamiento de los motores, zanjas demasiado profundas y los terribles abismos de la carretera, con momentos que llegan a ser angustiosos para el espectador, sentado en su cómodo sofá.
Tras pernoctar en la capital boliviana era hora de arreglar los coches, Clarkson y Hammond modificando sus trenes de rodaje con suspensiones sobreelevadas y grandes ruedas de tacos. Probablemente esta segunda etapa fuese la más dura de la jornada, ya que hubieron de atravesar los altiplanos y cruzar la cordillera de Los Andes para llegar a Chile. Además de combatir un frío muy intenso – especialmente Richard Hammond con su Land Cruiser descapotable – el mal de altura les empezaba a hacer mella.
El mal de altura se produce cuando nuestro organismo no consigue recibir suficiente oxígeno del aire, enrarecido por la altura. A casi 6.000 metros de altura es normal que nuestros protagonistas se mareasen y casi pierdan la consciencia, lo mismo les ocurre a los coches, que no consiguen suficiente oxígeno para mezclar con la gasolina y pierden la mayor parte de su potencia, llegando casi a no arrancar. Tras optar por una ruta alternativa consiguen cruzar la cordillera, con la meta a la vista.
Sólo una enorme duna de 800 metros de altura les separa del Océano Pacífico, su meta. Digamos que un problema técnico con el Toyota le impide llegar a la meta, sólo el Suzuki y el Range Rover llegando a su objetivo. Mis palabras no pueden hacer justicia a uno de los episodios más interesantes de los últimos tiempos, que podéis ver a continuación. Si los enlaces de YouTube se pierden, podéis ir posteando en los comentarios enlaces que funcionen. Disfrutad del especial, en 8 partes.
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