Cuando leí la historia en Jalopnik no me lo podía creer, me ha parecido tanto o más alucinante que el Guardia Civil expedientado por denunciar carreteras en mal estado. Pongámonos en situación, estamos en Sudáfrica, semana pasada. Un empresario muy adinerado está durmiendo en su casa de Cape Town, y tiene un sueño en el que regala su coche en la montaña para hacer el bien. Algo así de ambiguo. El empresario se tomó muy al pie de la letra esta “inspiración divina”, y se dirigió a la montaña.
Concretamente a la Cape Town’s Table Mountain Cableway, un estación de la que parte un teleférico. Fabrice Munganga-Mugala, y Desire Shima, originarios de la República Democrática del Congo, trabajaban allí como aparcacoches. El millonario se acercó a ellos y les preguntó si tenían carnet de conducir. Ante la respuesta afirmativa, les entregó las llaves de su Audi R8 V10, los papeles y un acuse de recibo. Decía que un sueño le había ordenado hacerlo, y que hay que respetar lo que ocurre en los sueños.
Los dos congoleños pensaron que era una broma o una extraña acción de marketing, pero el empresario anónimo iba en serio, muy en serio. Les entregó el coche y les dijo que debían usarlo para hacer el bien. No sabemos muy bien como interpretar eso, pero los nuevos dueños del coche hicieron un agujero en el capó en el que la gente puede echar dinero, como si fuese una hucha. Una hucha de 525 CV, dicho sea de paso. Alrededor de la abertura, cortada en el capó con una sierra, se lee “Por un futuro mejor para todos”.
Si aún pensáis que es una broma, ved el vídeo.
El dinero recaudado se dona a asociaciones sin ánimo de lucro y cuando los aparcacoches terminan de trabajar, van repartiendo comida y ayuda a los necesitados de la ciudad sudafricana. Dejando a un lado el “crimen” de cortar un agujero en el capó del superdeportivo, es loable que estas dos personas cumplan lo que el millonario les hizo prometer, y no vendiesen el coche y se largasen con el dinero o algo similar. Fabrice y Desire comentan que la policía ya les ha parado varias veces, pensando que el coche es robado.
El empresario anónimo había comprado el coche en Navidad, y tras menos de un mes, se lo regaló a dos aparcacoches anónimos. Se me ocurren mejores maneras de ayudar a los desfavorecidos aún así, como vender el coche y meter en un depósito remunerado las ganancias, usándolas para ayudar a los desfavorecidos, algo más eficaz que depender de las donaciones de la gente. Además de que el R8 gasta bastante gasolina y las revisiones no deben ser para nada asequibles.
Vía: iol-co-za
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