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Sangre de alces atropellados para evitar excesos de velocidad

La verdad es que con semejante titular más de uno podría pensar que las autoridades de tráfico han echado mano de la brujería para mejorar las estadísticas de accidentes de carretera, pero la verdad es muy distinta. Hablamos de Noruega, donde la administración intenta formas creativas de concienciar a los conductores que van demasiado rápidos. Y de momento parecen haberla encontrado en la sangre de los alces que mueren atropellados en las carreteras.

Atropellar a un animal salvaje de gran tamaño puede ser para cualquier conductor (ya no digamos para el animal), una de las experiencias más desagradables que le ocurran en carretera. El problema suele ser importante en zonas como Escandinavia, Canadá, norte de Estados Unidos, sobre todo si se trata de un alce, el mayor de todos los cérvidos actuales. Con una altura que puede superar los dos metros y un peso corporal que puede llegar a los 450 kg, un alce en mitad de la carretera es un obstáculo difícil de superar. A partir de ciertas velocidades, y más sin control de estabilidad, esquivarlo puede ser incluso peor que chocar contra él, tal y como suele demostrar la famosa “prueba del alce”, de nefastos recuerdos para Mercedes y sus primeras versiones del Clase A.

alces atropellados

Las autoridades noruegas intentan reducir el número de este tipo de accidentes, y han optado por no limpiar las manchas de sangre que quedan tras el atropello de un alce salvaje. Con ello quieren conseguir que los conductores que circulan a mucha velocidad por las vías que atraviesan los frondosos bosques noruegos levanten instintivamente el pie del acelerador a la vista de las manchas de sangre que encontrarán en el asfalto o en la nieve. Una campaña barata y seguramente efectiva.

Según cifras oficiales, solo en la provincia de Hedmark, lindando con la frontera de Suecia, han muerto atropellados más de 250 alces en las últimas semanas. Un claro indicio de que los conductores hacen caso omiso a las señales amarillas que informan del peligro de encontrar un alce errante en mitad de la carretera. Los cadáveres son retirados, pero la sangre no se limpia para que los conductores puedan verla. Anteriormente se realizaban campañas parecidas empleando sangre de cerdos sacrificados, pero las autoridades lo prohibieron.

Via: nachrichten.ch
Fotos: aftenbladet | flickr
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Fernando Moreno

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