Resulta sorprendente que uno de los protagonistas de la primera década del Siglo XXI sea un automóvil tan esquivo y exclusivo que sería toda una suerte encontrarnos con él por la calle, pero así es. El Bugatti Veyron nació con el objetivo de convertirse en el deportivo de producción más rápido sobre la faz de la Tierra, y lo consiguió superando los 407 km/h.
En 1998 el Grupo Volkswagen adquiría la histórica marca fundada por Ettore Bugatti con el objetivo de recuperar el espíritu de un emblema que en sus cien años de historia se ha caracterizado por apostar por el máximo lujo, elegancia y belleza en sus creaciones sin preocuparse por el elevado coste económico que inexorablemente fuese asociado.
Algunos pusieron el grito en el cielo cuando en 2002 Bugatti presentaba el Veyron en sociedad y mostraba al mundo el esfuerzo que habían puesto en su flamante superdeportivo para alcanzar velocidades estratosféricas enfrentándose a factores determinantes como la resistencia del viento o el contacto de los neumáticos con el asfalto a velocidades tan elevadas.
Con un gigantesco motor W16 (dos motores V8 unidos por un cigüeñal) de 7.993 cc y cuatro turbocompresores, se consiguió desarrollar una potencia de 1.001 CV y un par máximo de 1.250 Nm, no apto para cualquier tranmisión. Se trata de una potencia elevada, pero necesaria para obrar el “milagro” de superar los 400 km/h.
Para superar los 400 km/h se diseñó un modo especial que permite alcanzar la velocidad máxima. Para activarlo su conductor tiene que introducir una llave en una cerradura especial estando completamente parado. En ese momento el Veyron realiza un chequeo completo de la mecánica y elimina toda la carga aerodinámica que se convierta en un “lastre” y le impida cortar el viento.
Para mantener el contacto con el asfalto Michelin desarrolló unos neumáticos especiales para el Bugatti Veyron, dotados de un sistema similar al run-flat que en caso de pérdida de presión impide que el neumático se separe de la llanta y evita un posible accidente. Circulando a máxima velocidad los neumáticos se degradarían tanto que durarían menos de 15 minutos.
En cualquier caso circulando por encima de los 400 km/h el depósito se agotaría en poco más de 10 minutos, ya que a esa velocidad el consumo de combustible puede superar perfectamente los 120 litros/100 km. De todas formas el problema estará en encontrar una recta lo suficientemente larga como para mantenernos durante 10 minutos a más de 400 km/h.
Por todo esto 200 compradores se han desenbolsado más de 1.100.000€ y han comprado un Bugatti Veyron, un modelo que ha incorporado recientemente una variante con techo desmontable tipo “Targa”, el Bugatti Veyron GrandSport cuyo precio base se eleva hasta 1.400.000€.
Tengo que reconocer que a mí el Bugatti Veyron siempre me ha resultado una máquina excesiva y desproporcionada, ¿para que quieres un coche que supera los 400 km/h?, ¡si probablemente no vas a encontrarte con una recta tan larga en la vida!
Pero la devoción y la admiración de la gente es tal que os puedo asegurar que jamás en la vida veréis un Bugatti Veyron sólo, siempre alrededor se formarán espontáneamente grupos de gente sacando sus móviles para hacerse fotos y admirando esta belleza. Sin duda alguna os puedo decir que este efecto solo es comparable al avistamiento de un Ferrari F40, un Lamborghini Countach, un McLaren F1 y similares…
En fín, si hay algo seguro es que el Bugatti Veyron seguirá dando mucho de que hablar y probablemente sigamos recordándolo durante décadas, por eso mismo creo que el Bugatti Veyron merece que lo consideremos el coche más importante e influyente de la década que acabamos de dejar.
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