A veces los coches también nacen en cuerpos con los que no están contentos, y afortundamente una amplia selección de preparadores pueden modificarlos, son máquinas al fin y al cabo. Uno de los ejemplos más curiosos que hemos visto últimamente ha sido la conversión a limusina de todo un Lancia Delta HF Integrale, uno de los mejores compactos deportivos de los años 80 y 90. Creado como homologación para los rallye, llevaba un sistema de tracción total permanente acoplado a un potente motor turbo.
Un 2.0 turbo de la vieja escuela, con cierto lag, pero con mucha contundencia. 210 CV y 300 Nm de par motor que acercaban al coche en sólo 6.2 segundos a los 100 km/h. Claro que un peso de 1.300 kg ayudaba bastante a estos registros. La atmósfera racing y de rallye se comunicaba al exterior mediante amplios pasos de rueda, llantas deportivas de perfil bajo y discretos emblemas HF. Por dentro, bacquets y una instrumentación específica nos recordaban con su presencia que no conducíamos un Delta cualquiera.
Sin emabargo, el Delta limusina de las imágenes puede que no tenga esas prestaciones. A cambio tiene espacio para cuatro pasajeros y muchas botellas de bebidas espirituosas en la parte trasera. Me imagino que mantendrá el sistema de tracción total, aunque con las más de tres toneladas y batalla de 5 metros que tiene ahora yo no me iría de tramo a ninguna parte. Es una conversión muy bien hecha pero su dueño pide nada menos que 99.000€ para llevárnosla puesta, una cifra a todas luces exagerada.
Vía: Carscoop
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