La F1 ya está calentando motores de cara a la temporada que empieza en breve. Y como España es tan peculiar que ha pasado de no prestar la menor atención al circo del Tio Bernie a ser uno de los países con mayor afición, me gustaría lanzar un pequeño aviso para navegantes, un pequeño toque de atención para todos aquellos aficionados que no caben en sí de gozo ante el hecho de que Fernando Alonso se siente a los mandos de un monoplaza del Banco Santander Escudería Ferrari y, llevados por su exceso de entusiasmo, acaben cometiendo algún error que les pueda costar caro.
A los antecendentes me remito: Cuando Michael Shumacher dominaba el mundial de F1 con mano de hierro a los mandos de su Ferrari, los fanáticos del piloto alemán eran legión, sobre todo en Alemania. De entre el montón, destacaron especialmente René Thieme, Jörg Heinze, Ralf Heinze y Roger Axt. Su desmedida pasión por las hazañas del Kaiser de los circuitos les llevó a dedicar su tiempo libre a construir, a tamaño real, réplicas de los bólidos que pilotaba su ídolo.
Según cuentan los que vieron los modelos de cerca, el bricolaje aerodinámico no se les daba nada mal, ya que sus réplicas eran, al menos desde el exterior, casi indistinguibles de los coches originales. Pero tanta fidelidad hasta en los pequeños detalles no resultó del agrado de los jefazos de Maranello, que decidieron demandar a tan acérrimos aficionados por atentar contra la imagen de marca de Ferrari.
Por si alguien lo dudaba, los intereses comerciales prevalecieron sobre el interés deportivo, bienintencionado aunque desmedido, de cuatro ingénuos convencidos de que la F1 es un deporte cuando en realidad no es más que un negocio. La casa italiana acusaba al club automovilístico al que pertenecían los cuatro demandados de utilizar sus maquetas con fines publicitarios, y el juez les dió la razón.
El fallo judicial les tuvo que resultar tan demoledor como si los mismísimos Northern Dancer, Man o´ War y el propio Secretariat (al fin y al cabo estamos hablando de caballos míticos) les hubiera pasado por encima a galope tendido: una multa de 5.000 euros (más las cosas del juicio) con fecha de vencimiento el 1 de junio de 2002, pagadera en 5 cómodos plazos de 1.000 euros. El beneficiario: la mercantil “Ferrari Società per Azioni Esercizio Fabbriche Automobile e Corse”, sita en la Via Emilia de Modena.
Eso sí, los cuatro aficionados sanaron repentinamente de su grave enfermedad: les bajó la fiebre, les desapareció en “enrojecimiento” y empezaron a darse cuenta de que en las carreras había también coches de otras marcas; tal vez con menos tradición, pero sin duda con mucho más espíritu deportivo. Los restos del Ferrari “siniestrado” se aprovecharon para construir otros monoplazas, los de Toyota, Williams y McLaren. Y a nadie pareció molestarle.
No fue la única vez que la marca italiana hizo alarde de su espíritu ganador, aunque no necesariamente deportivo. Otro ciudadano alemán, Frank Starke, sufrió en sus carnes la coz del Cavallino Rampante ( no confundir con el que aparece en similar posición en el escudo de Porsche). Stark pretendía decorar la fachada de su restaurante con un caballo encabritado, pero Ferrari amenazó con demandarlo con 10.000 euros por cada día que el caballo luciera en la pared. Al final, el equino permaneció en su sitio, pero con las cuatro patas a la misma altura. Ya no está encabritado, y Ferrari tampoco. Ya veremos si siguen así a mitad de temporada.
Apendice: Como no solo se trata de hablar de caballos mecánicos, me gustría hacer una mención especial a Secretariat, un caballo purasangre de verdad, de los de carne y hueso, que ganó el Derby de Kentucky en 1973 con un tiempo de 1:59:40, record que a día de hoy sigue vigente.
El Derby de Kentucky es una carrera para caballos de tres años sobre una distancia de 1 y 1/4 de milla (unos 2 kilómetros). Secretariat consiguió en aquella carrera una proeza única en la historia: no solo ganó la carrera con un registro imbatible, sino que completó el recorrido ¡haciendo cada cuarto de milla más rápido que el anterior!
Secretariat es el unico atleta no humanos que figura en las lista SportsCentury de los 50 mejores deportistas del siglo XX de la ESPN. Ocupa el puesto 35.
Chik Lang dijo de el que viendole en el hipodromo “parecía un Rolls Royce entre una manada de Volkswagen”.
Vía: Autobild1, Autobild2
Foto de Secretariat: iconicphotos
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