Muchos de vosotros, cuando os levantáis cada mañana, necesitaréis un café para arrancar bien el día y despertar del todo. No cabe duda de que el café es un buen (y adictivo) estimulante, y algo similar es lo que le ocurre al Volkswagen Scirocco de segunda generación que tenéis ante vosotros. Un coche que usa café para moverse: de ahí le viene el sobrenombre de Carpuccino.
Habéis leído bien. Este Volkswagen Scirocco de 1988 no emplea combustibles fósiles, ni electricidad, ni siquiera combustible obtenido a partir de residuos o aceites vegetales. El café es lo que hace que el motor de este veterano vehículo se ponga en marcha sin pestañear, o al menos eso es lo que afirman sus creadores.
Este ingenio ha sido llevado a cabo por un programa británico de ciencia y divulgación que se emite en la BBC1, “Bang Goes The Theory“. Afirman que recorrerán las 210 millas entre Manchester y Londres utilizando únicamente grano de café de combustible.
Una extravagante idea en cuanto al estudio de combustibles alternativos, en un momento en el que al petróleo no le quedan demasiadas décadas por delante, en el mejor de los casos, y la electricidad o el hidrógeno todavía se encuentran con muchas dificultades estructurales y tecnológicas.
Según los responsables del programa, el coche consumirá un kilo de café por cada tres millas recorridas, o lo que es lo mismo, necesitarán unos 70 Kg de grano de café para completar las 210 millas planeadas. En otro tipo de medidas de consumo, hablamos de 56 espressos por milla.
Este “combustible” natural no tiene futuro alguno aplicado al transporte y a la automoción ya que, sin entrar en otras cuestiones, su coste sería exageradamente elevado: al precio al que está el kilo de café en el mercado, el combustible necesario para recorrer esos kilómetros costaría entre 25 y 50 veces más que el necesario equivalente en gasolina.
Para completar las 210 millas del viaje, necesitarán un gasto de café equivalente al de 11.760 espressos, que no es ninguna broma, y a consecuencia de la capacidad del depósito deberán parar a repostar a intervalos de entre 30 y 45 millas, con lo que la autonomía tampoco es ninguna virtud. Además, cada 60 millas deberán parar a limpiar los filtros de la combustión del café.
El coche presenta profundas transformaciones, que se pueden apreciar a simple vista, para poder quemar café y obtener energía a través de él. En la parte trasera cuenta con un depósito cilíndrico donde se calienta con gas el grano de café hasta temperaturas muy elevadas, emitiendo hidrógeno y monóxido de carbono en su combustión.
El gas llega a una especie de radiador sobre el techo, donde se enfría, y posteriormente se elimina toda partícula sólida en unos filtros. A partir de ahí, el gas es conducido a la parrilla del vehículo, donde mediante unas canalizaciones se introduce en el motor y se produce la combustión de forma muy similar a la de un vehículo propulsado a gas.
Las cifras no son su punto fuerte. La potencia que es capaz de extraer el motor permite alcanzar velocidades máximas no superiores a los 100 Km/h y el consumo es también elevado (aproximadamente 1 Kg de café cada 5 Kilómetros), pero como mero experimento científico mezclado con espectáculo no se le puede negar la faceta más curiosa y divertida.
Vía: Daily Mail Online
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