El pasado domingo fue un día histórico para España, por primera vez ganamos el Mundial de Fútbol. Semejante acontecimiento mereció la madre de todas las fiestas, y un seguimiento televisado que superó los 20 millones de espectadores según los medios televisivos. Si sumamos a los que lo seguían por la radio o por Internet, España entera estaba pendiente de lo que pasaba en Sudáfrica. Las calles se vaciaron de coches y personas, literalmente hablando. Una extraña sensación para los que como yo, circulábamos en coche por las calles de auténticas ciudades fantasma.
Era el momento ideal para unas cuantas fotografías, así que móvil en mano me di un buen paseo por mi querida ciudad para ver qué se cocía, o más bien qué no se cocía. El recorrido a un Gijón fantasma comenzaba en el hospital, donde la avenida de acceso estaba completamente desierta. Me bajé del coche, y en los minutos que estuve parando sólo se escuchaban mis pasos. Circulando hacia el centro por calles normalmente muy transitadas me encontré con algún taxi o autobús de línea, pero apenas un par de coches particulares en la lejanía.
En el mismo centro, frente al Paseo de Begoña, taxis y poco más. Las fotos evidencian que la afición por el fútbol en nuestro país es muy grande, a lo que hay que sumar un evento histórico como el del domingo. Decidí ir a por el premio gordo y me dirigí a la Avenida de la Constitución, con sus cuatro carriles y al menos tres km en línea recta. A mediodía o al acabar la tarde todo un infierno, especialmente la parte alta. Hoy sólo una furgoneta venía hacía mí. Unas chicas hacían fotografías desde lo alto de una escultura, yo lo propio desde mi coche. Nos miramos con aprobación y seguimos nuestro camino.
Un paseo por la playa culminó mi pequeño periplo por un Gijón diferente. Los puntos notables de la jornada fueron el nulo respeto a los semáforos por parte de algunos conductores (muy pocos, claro está) y la tremenda sensación de libertad que se sentía. La ciudad era prácticamente mía, podía circular a mi ritmo, sin tener que evitar a cientos de coches y agobiarme en los atascos. Una experiencia única, un reencuentro entre el hombre, la máquina y la ciudad. Absolutamente recomendable, pero algo parecido sólo se puede vivir a altas horas de la noche.
Esperemos que las calles se vuelvan a vaciar dentro de cuatro años. Antes de terminar me gustaría lanzar una propuesta. ¿Habéis hecho fotos a vuestra ciudad desierta el pasado domingo? Si es así mandádnoslas a contacto@diariomotor.com, seleccionaremos las mejores y haremos un artículo recopilatorio con lo mejor de toda España a finales de esta semana. Esperamos vuestras aportaciones.
Gijón fantasma durante la final del Mundial de Sudáfrica
Fotografías: Sergio Álvarez González