Nos subimos a bordo del Toyota iQ y activamos el arranque del motor mediante el botón que encontramos a la derecha de la columna de la dirección. La unidad que probamos cuenta con un sistema inalámbrico de apertura de puertas y de encendido, con unas llaves que por cierto están decoradas con el mismo color de la carrocería de nuestro vehículo.
El objeto de nuestra prueba es un Toyota iQ2 1.33 VVT MultiDrive Zan Shin. Lo primero que me sorprendió fue la suavidad de conducción, el buen aislamiento acústico y el perfecto ajuste de los materiales que garantizan que apenas haya ruidos e incómodos “grillos” al lidiar con toda la suerte de obstáculos que nos encontramos en la urbe.
Una vez más la sensación de calidad que muestra el Toyota iQ está a un nivel muy alto. La sonoridad del motor es un tanto elevada, se trata de un motor pequeño que para desarrollar un buen empuje debe de ir revolucionado, pero el aislamiento acústico hace bien su trabajo y el nivel de ruido que se filtra al habitáculo es aceptable.
El motor: 1.33 VVT-i Dual de 98 CV
Dado que se trata de la alternativa más potente, con 98 CV, y con sus dimensiones, cabría esperar un rendimiento y una aceleración considerablemente altos. Lejos de lo que pensemos a priori no se trata de ninguna bala, es más, su motor de 1.33 litros es de “mucho ruido y pocas nueces”. Lo cual no quiere decir que su empuje y su comportamiento en la mayoría de situaciones sean más que suficientes para el uso urbano para el que está destinado.
Sus mayores carencias las mostró en carretera. Le falta algo de empuje en las aceleraciones y las recuperaciones que son tan necesarias en situaciones concretas como adelantamientos, o salidas en carriles de incorporación. No obstante se mueve bien a velocidades de autovía, sobre los 120 km/h, sin demasiado ruido y con un relativo confort. También influye el hecho de que el pedal del acelerador se muestre un tanto esponjoso, muy cómodo para el callejeo y no tanto para una conducción a ritmo ligero.
En definitiva este motor es muy apropiado para mantener una buena relación entre confort y prestaciones, aunque siempre hay que tener en cuenta que en la realidad no hace justicia a esos 98 CV que homologa en la ficha. Por otro lado, y sin que hayamos tenido oportunidad de probarlo, es obvio que la suavidad de este motor será considerablemente mejor que la ofrecida por el 1.0 VVT-i de tres cilindros.
MultiDrive
En un futuro muy próximo no será concebible un automóvil sin su correspondiente cambio automático, al menos cuando se trate de turismos y utilitarios, aunque de momento habrá que esperar el abaratamiento de estas tecnologías para que se generalicen. Existen diversos tipos de cambio automático, de entre todos ellos para mí el más confortable, asequible y agradable para un uso urbano es sin duda el de variador continuo.
La suavidad con que se cambia de desarrollo de marcha, sin apenas tirones a un ritmo medio, está lejos de las incomodidades de otros cambios automáticos como el empleado por el Smart Fortwo, sin ir más lejos. Obviamente para un uso deportivo sigue estando lejos de la efectividad y la rapidez con que cambia de marcha un cambio automático de doble embrague.
Suspensiones
Una de las incomodidades que suelen penalizar el uso de estos pequeños utilitarios es la rigidez de las suspensiones, necesaria para evitar los balanceos de una carrocería tan alta pero también un auténtico sufrimiento en los obstáculos que nos encontramos a diario en la ciudad. En este sentido el Toyota iQ me sorprendió muy gratamente, ya que las suspensiones se mostraron suficientemente efectivas absorbiendo obstáculos, no demasiado rígidas y además los balanceos aunque acusados no fueron más allá de lo asumible en un vehículo así.
De serie incluye control de tracción y estabilidad, sólo desconectable a baja velocidad, obviamente en un vehículo de batalla tan corta es algo imprescindible para evitar que el balanceo de la carrocería comprometa la tracción y produzca una situación de riesgo al volante.
Maniobrabilidad excelente
En este segmento el tamaño sí importa. Esos 30 cm de longitud extra frente al Smart Fortwo pueden suponer la diferencia entre encontrar un aparcamiento óptimo y no hacerlo. Pero tampoco nos olvidemos que ni el nuevo smart fortwo ni el Toyota iQ son lo suficientemente cortos para aparcar en batería en un parking en línea, al menos en la gran mayoría de aparcamientos que nos encontramos en cualquier ciudad.
Llegado el momento de aparcar, cabe destacar que la maniobrabilidad del Toyota iQ es considerablemente mejor que en el Smart Fortwo. El radio de giro mínimo necesario para practicar un giro completo con el iQ es de 3.9 metros, con un rango de giro del volante de 2.91 vueltas.
Consumos
Hoy por hoy el Toyota iQ es uno de los automóviles que menos consumen del mercado. El más austero es el 1.0 VVT-i (4.3 litros/100 km), mientras que el que nos tocó probar el 1.33 VVT-i MultiDrive es el que más consume con 5.1 litros/100 km, aunque tan sólo 3 décimas por encima de lo que consume un 1.33 VVT-i Manual. Es obvio que en este caso la comodidad compensa con creces esas 3 décimas.
En nuestro recorrido de pruebas habitual y manteniendo una velocidad media de 118 km/h conseguimos marcar un consumo de 5.9 litros/100 km. De los últimos vehículos que he probado con motor de gasolina, el único que bajó de esta cifra fue el Toyota Prius que con su mecánica híbrida se quedó en unos muy correctos 5.8 litros/100 km.
Toyota iQ2 MultiDrive Zan Shin
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