No sé que opinarán ustedes. A mí personalmente no me gusta comprar en tiendas donde el comercial trabaja a comisión. Tal vez sean cosas mías o tal vez sea fundada mi sospecha de que detrás de cualquier recomendación que me haga el empleado se esconde un oscuro interés por vender más y por lo tanto obtener más beneficio. Para más inri, traslademos la situación a las carreteras y al “ánimo” con que los agentes de la Guardia Civil efectúan sus denuncias.
La noticia del día es que a alguien de la Dirección General de Tráfico se le ha ocurrido que sería una buena idea incentivar a los agentes que más multas impongan en su trabajo, cual comerciales vendiendo a comisión. ¿Alguien cree que esta medida sería capaz de ayudar a reducir el número de víctimas en accidentes de tráfico? Por suerte desde la Unión de Guardias Civiles, que hace las veces de sindicato de la Guardia Civil, la sensatez se ha impuesto y ya han denunciado una situación que no les conviene, ni a ellos ni a nosotros, los conductores.
Y es que esta medida parece que lo único que conseguiría es perjudicar aún más la imagen de los cuerpos de seguridad de los que solo nos acordamos cuando nos llega la temida “receta” y cuya labor va más allá de las multas y los controles de alcoholemia y velocidad. De hecho habitualmente suelen ser los primeros que acuden al lugar donde ha sucedido un accidente o ha quedado averiado un vehículo, y por ello se juegan la vida día a día.
El contrasentido es que la medida propone establecer una serie de puntuaciones para premiar a los guardias civiles más “efectivos” con dos puntos por denuncia, cinco por detención, nueve por alcoholemia positiva y tan sólo uno por un auxilio en carretera.
En fin, es agradable ver como desciende el número de fallecidos en nuestras carreteras a un ritmo superior al de la Unión Europea y también apreciar como el carné por puntos va teniendo su efecto positivo. Pero por favor, ¿no pensáis que la concienciación sigue siendo más efectiva que la represión cuando hablamos de seguridad vial?
Por cierto, que en todo este artículo no he mencionado ni una sola vez la palabra recaudación.
Vía: El Economista | Meneamé
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