Uno de los mayores alicientes de vivir en una granja ha de ser, para aquel al que le guste, la posibilidad de disfrutar del campo, de la naturaleza, la soledad, la tranquilidad, el silencio, del contacto con otro tipo de animales. Lejos del bullicio, de las aglomeraciones, del trafico, de la polución, del ruido. Una forma de vida que a algunos les parecerá lo mas parecido al paraíso mientras a otros les resultara simplemente insoportable.
Estas cábalas son validas para cualquier granja, sobre todo si están lo suficientemente alejadas de la civilización. Y sin duda lo eran para Stott Hall Farm, un bucólico cortijo ganadero del siglo XVIII situado en Windy Hill, en la cadena montañosa de los Peninos ingleses. Durante mas de dos siglos (se construyo en 1737) fue un autentico paraíso de soledad aderezado únicamente por el ir y venir de las ovejas, el canto de los pájaros, la furia del viento y la persistencia de la lluvia. Pero a principios de los años 70 llego la carretera…
Al contrario de lo que ocurrió con cientos de propiedades de los alrededores, que fueron victimas de la obstinación de las excavadoras y niveladoras que trazaban la autopista que va de Yorkshire a Lancashire, Stott Hall Farm se mantuvo en pie. La leyenda local dice que sobrevivió por la negativa de sus dueños a vender sus tierras. La realidad es bien distinta, habida cuenta de que las autoridades de la época no habrían dudado en aplicar criterios de expropiación forzosa al igual que hicieron con otras propiedades que se interponían en el camino de la autopista.
Las verdaderas razones de su indulto fueron de origen geológico. Los ingenieros de la obra se vieron incapaces de construir las dos calzadas de la carretera al mismo nivel debido a continuos corrimientos de tierra. Ante la imposiblidad de avanzar, tomaron una decision salomonica: separaron las dos plataformas de la autopista. La mediana que quedaba entre ambas calzadas era lo suficientemente amplia para que en su interior permaneciera intacta Stot Hall Farm, que empezo a recibir el sobrenombre de “pequeña casa de la pradera”.
La hacienda se salvó, pero lo que quedó para la historia fue el ambiente bucólico que la envolvía. Quedó literalmente abrazada por la autopista, de la que la separan barreras y cercas para que el ganado permanezca dentro y los conductores fuera. Una isla de tranquilidad rodeada del ajetreo de una de las autopistas con mas trafico de toda Inglaterra, donde coches, furgonetas y camiones pasan por su lado al ritmo frenético que impone la sociedad actual. Según su actual propietario, es como vivir permanentemente en el ojo del huracán.
Para el, la contaminación no es el mayor problema ya que se encuentra en una zona de mucho viento (no en vano la colina donde se ubica se llama Windy Hill) que dispersa con rapidez los agentes contaminantes. Lo peor es el ruido. Las ventanas de la casa cuentan con triple acristalamiento, pero la vida de un granjero se desarrolla mayoritariamente al aire libre. Fuera del edificio resulta difícil mantener una conversación, e incluso a los tres perros pastores (Border Collies que atienden por Bess, Jess y Cap) les resulta complicado escuchar las ordenes de su dueño.
Via: wikipedia | BBC | Yorkshire Post
Coordenadas geograficas: 53° 38′ 29.75″ N, 1° 57′ 8″ W.
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