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El gobierno alemán quiere mas CO2 en los coches

La Oficina Federal alemana para el Medio Ambiente (UmweltbundesamtUBA) se vuelve a enfrentar con la industria automovilística. Nuevamente el detonante de la discusión es el CO2. Pero esta vez, aunque en un primer momento pueda parecer absurdo, los expertos en ecología no quieren que los coches disminuyan la cantidad de dióxido de carbono; mas bien todo lo contrario, quieren que la aumenten…, por el bien del medio ambiente y de los usuarios de automoviles.

¿Ilógico?, ¿un sinsentido? ¿acaso los de la UBA han hablado con el primo de Rajoy y no creen en el cambio climático? No, no es nada de eso. Porque esta vez no se trata de las emisiones de los gases de escape, sino del gas refrigerante de los equipos de climatización de los automóviles. Los fabricantes se han decidido (vete tú a saber por qué) por el Tetrafluorpropeno (TFP o R1234yf) mientras la Oficina de Medio Ambiente afirma con rotundidad que lo mas lógico seria dejarse de complicaciones y emplear simple y llanamente refrigerante R744, esto es, anhídrido carbónico.

El gobierno alemán quiere mas CO2 en los coches

Tras el descubrimiento, en los años 70, del agujero en la capa de ozono y de la aprobación, en 1987, del Protocolo de Montreal, en los aparatos de aire acondicionado y de climatización, incluyendo los de los automóviles, comenzaron a sustituir los CFC (Clorofluorocarbonos) por un gas refrigerante llamado R134a. Al tratarse de un Hidrofluorocarbono (HFC) es mucho menos perjudicial para la capa de ozono que los primitivos Clorofluorocarbonos (CFC) desarrollados en su día por ingenieros de General Motors, pero en contrapartida tiene una capacidad 1.300 veces superior al CO2 para provocar efecto invernadero.

Un coche normal, con sus inevitables pérdidas de gas del equipo de aire acondicionado, viene a tener unas emisiones equivalentes a liberar, solo del funcionamiento del sistema de climatización, unos 7 gramos de CO2 por kilómetro. Son cantidades pequeñas, pero multiplicadas por el número de coches y por el elevado poder de efecto invernadero de este gas, son equiparables a la emisión de millones de toneladas de CO2.

CO

La directiva europea 2006/40/EG obligará, a partir del 1 de enero de 2011, a sustituir el R 134a por otro gas menos dañino para el clima. Los fabricantes parecen haberse dejado llevar por los intereses económicos de la poderosa industria química y han optado, tal y como anunciaron el pasado mes de mayo, por el Tetrafluorpropeno, que si bien cumple las normas europeas, presenta algunas desventajas.

En primer lugar, su poder como gas de efecto invernadero es superior al del CO2 pero, aparte del hecho de ser mucho más costoso de producir, diversas pruebas efectuadas demuestran que puede resultar peligroso en caso de accidente. De ocurrir un incendio podría formarse acido fluorhídrico, un compuesto muy venenoso, altamente corrosivo y fácilmente inflamable.

Las ventajas, en esta caso, del CO2 resultan mas que evidentes: tiene menor capacidad para provocar efecto invernadero que el Tetrafluorpropeno, presenta un aceptable rendimiento como gas refrigerante, no es inflamable y, para colmo de males, resulta barato y accesible, además de que, al contrario que con el TFP, en su proceso productivo no aparecen productos de deshecho. Claras ventajas desde el punto de vista ambiental y de seguridad, pero serios inconvenientes desde la perspectiva del beneficio económico de unos pocos, empeñados en hacernos ver que si algo no es bueno para el mercado tampoco lo es para el planeta.

Via: Umweltbundesamt (UBA)
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Fernando Moreno

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