Hoy os traemos una pequeña prueba que hemos realizado al Mercedes GLK, un modelo que no podemos negar que no está teniendo una gran acogida en nuestro mercado. En las próximas líneas voy a mostraros sus virtudes y defectos, y es que en cierto modo es un coche desconocido para muchos.
Concretamente, probamos el Mercedes GLK 250 CDI con tracción total 4matic y cambio automático de siete velocidades. El interés de la prueba era doble. Por un lado, podía conducir el pequeño SUV de la marca, por otro, conocer el motor turbodiesel de 204 CV, un motor empleado en otros modelos de la gama y que va a ser el primer tetracilíndico que va a montar la Clase S.
Un SUV que parece un todoterreno
Dentro del segmento de los SUV premium podemos decir que es el que dispone de una carrocería más cuadrada, al estilo del diseño tradicional de los todoterrenos en lugar de unas líneas más estilizadas como sus rivales. Es como una mezcla de ambos conceptos, algo a lo que quizás el público no esté acostumbrado.
Quizás el diseño sea lo que le esté costando las ventas, aunque podemos decir que le sirve para diferenciarse de la competencia ofreciendo un producto diferente y de paso ofrecer una imagen de gran robustez. No es un coche atractivo pero cuando lo has visto varias veces, tiene su encanto.
La unidad probada incorporaba un paquete deportivo – suena extraño ese adjetivo en éste tipo de coches – que incluye principalmente llantas de aleación de 10 radios de 19”, faldones delantero y trasero con franja de adorno cromada y la parrilla del radiador con tres lamas cromadas. Además incorpora la suspensión rebajada 20 milímetros que mejora el comportamiento en asfalto.
Sin muchas sorpresas en el interior
Cuando entramos en un Mercedes esperamos calidad, lujo y un diseño sobrio. En el GLK tenemos unos materiales de buena calidad – aunque no excelentes- y un diseño que conjunta perfectamente con el exterior del coche por sus líneas rectas. El lujo pierde presencia en éste modelo, lo que si toma protagonismo son unas enormes inserciones de aluminio que se incluyen dentro de un paquete deportivo interior.
Éstas laminas de aluminio ocupan gran parte del frontal del salpicadero, lo que bajo mi punto de vista además de no favorecerle, puede ocasionar reflejos tanto al conductor como al pasajero sentado como copiloto. La habitabilidad es notable y la sensación de espacio en las plazas traseras aumenta como suele ser habitual con la luz que entra a través del techo panorámico.
Los asientos tienen muy buen aspecto y están tapizados en tapicería mixta tela/cuero que también forma parte del paquete deportivo. Quizás el punto más débil sea el maletero de 450 litros de capacidad, muy inferior al de sus rivales aunque al menos es de formas regulares y bien aprovechable.
Un pequeño motor de gran rendimiento
El Mercedes GLK 250 CDI incorpora el mismo motor que estrenó la versión correspondiente de la Clase C. Es un cuatro cilindros de 2.1 litros que incorpora dos turbocompresores en serie, uno pequeño para bajas revoluciones y otro más grande que actúa a alto régimen. El resultado, una potencia máxima de 204 CV a 4.200 r.p.m. y un par motor de 500 Nm entre las 1.600 r.p.m. y 1.800 r.p.m..
A pesar de la friolera de 1.845 kg de peso en vacío y una aerodinámica claramente desfavorable, acelera hasta los 100 km/h desde parado en 7.9 segundos. El empuje del motor es constante y las recuperaciones muy buenas, bajando hasta tres velocidades para ganar velocidad en el menor tiempo posible. El consumo mixto homologado es de 6.7 litros/100km, una buena cifra teniendo en cuenta los factores citados anteriormente.
Éste motor únicamente puede ir asociado a un cambio de siete velocidades llamado 7G-TRONIC y que puede llevar levas detrás del volante para su manejo. He probado ésta caja en varios modelos de la marca de distinta potencia y combustible y el resultado es el mismo, mucha suavidad y gran facilidad de adaptarse a las distintas circunstancias de conducción.
Buen comportamiento
Sólo pude conducir el Mercedes GLK durante pocos kilómetros por lo que no puedo sacar conclusiones definitivas sino más bien impresiones. En carretera en línea recta y en curvas abiertas, el tarado de la suspensión y la tracción total hacen que el aplomo y la estabilidad sean muy parecidas a las de un turismo convencional. Al entrar a alta velocidad en curvas cerradas, como es lógico, un balanceo más acusado de la carrocería nos recordará el peso y la altura del coche que estamos conduciendo.
En núcleos urbanos, se desenvuelve bien gracias a que sus dimensiones no son exageradas. Mide 4.52 metros de largo por 1.84 metros de ancho. Y para facilitar los aparcamientos, están los sensores delanteros y traseros junto con la cámara de marcha atrás que montaba la unidad probada.
Salimos de la carretera para afrontar una corta pista forestal y a pesar de contar en ésta unidad con la suspensión ligeramente bajada, seguimos contando con una distancia al suelo suficiente para afrontar caminos pedregosos sin ningún problema. No obstante, si la intención es transitar por ese tipo de vías, lo recomendable es instalar el paquete Offroad que entre otros elementos incluye una protección de bajos.
Conclusión, precio y rivales
El Mercedes GLK es un SUV que cumple de manera correcta en todos los apartados y que destaca sobretodo en el conjunto motor-transmisión. El precio de partida de la versión que hemos probado es de 46.223€ que suma 58.100€ con los extras que incorporaba la versión probada y que tampoco eran los más lujosos o de última tecnología.
Muy caro parece a simple vista pero comparándolo a sus dos rivales alemanes diesel de cuatro cilindros está al mismo nivel. He configurado un BMW X3 xDrive20d y con equipamiento similar sale en 57.500€. He hecho lo mismo con el Audi Q5 y el resultado es de 60.000€ con el 2.0 TDi 170 CV.
El Mercedes aporta un motor más potente y un diseño original. Tanto el BMW como el Audi ofrecen un exterior más moderno y dinámico, mayor capacidad de maletero y una calidad interior superior. Como siempre serán los requisitos y gustos del cliente los que inclinen la balanza.
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