La tercera prueba de 2011 tiene como protagonista al Peugeot RCZ. Es un coupé en configuración 2+2 con códigos estilísticos únicos en Peugeot, que tiene muy unificada su imagen de marca. Considero al Peugeot RCZ un coche bastante especial. Fue presentado en el Salón de Frankfurt de 2007 como un prototipo más, llamado entonces Peugeot 308 RCZ Concept. Unos meses después se anunciaba su producción en serie. Recuerdo que fue la primera noticia que escribí en Diariomotor, hace casi tres años.
La acogida del público fue tal que Peugeot se animó a producirlo en serie, una deliciosa anomalía en su catálogo generalista de utilitarios y compactos que apenas ha variado desde la forma de prototipo. Quizá sea otro de los detalles que me encantan del RCZ, todos pensamos que cambiaría mucho como vehículo de producción, pero es prácticamente idéntico al show car. Hemos podido probar una unidad equipada con el motor turbodiésel 2.0 HDi de 163 CV. Cuando la recogimos en Madrid tenía unos 16.000 km en el odómetro.
También es reseñable comentar que el Peugeot RCZ es el primero de los “hòrs serie” de Peugeot. Vehículos con un carácter más premium que sus hermanos de gama como podrían ser los 207 o 308. De hecho, el principal competidor del Peugeot RCZ es el Audi TT, al que está claramente enfocado como rival más asequible pero no por ello menos capaz. Rompiendo más esquemas, es el primer Peugeot de la historia en no tener un nombre compuesto por números, sólo letras en este caso.
Llamando la atención
Recogí el Peugeot RCZ en Móstoles y ya circulando por la M-50 muchos coches se quedaban un rato a mi altura mirando su carrocería. Incluso desde una furgoneta me enseñaron pulgares arriba, que devolví francamente sorprendido. Es un coche que llama la atención allí donde va, mucho más que un Audi TT, que debemos reconocer es más común y menos original. El RCZ mide 4.28 metros de longitud, 1.85 metros de ancho y sólo 1.36 metros de altura. Tiene una silueta elegante y deportiva.
Su frontal aún guarda la esencia de los Peugeot actuales antes del lavado de cara que muchos han sufrido, hablo por ejemplo del 207. Ópticas rasgadas de gran tamaño y una gigantesca “boca” de bordes redondeados en la parte inferior del paragolpes. Los Peugeot actuales tienen facciones más angulosas, con menos curvas. Aunque en su parte delantera se ve claramente como un Peugeot, las similitudes terminan en el pilar A. De hecho, los arcos del techo son de aluminio y están terminados en un plata impresionante.
Las puertas sin marco terminan con un curioso quiebro a la altura del pilar B, que da el relevo a una minúscula ventanilla trasera. No obstante, son las jorobas de cristal del techo lo que más impresión causa. Con gotas de lluvia y ante una tenue luz otoñal el efecto estético es demoledor. Todos pensaban que se quedarían en el prototipo, pero a pesar de ser increíblemente caras de producir, los RCZ las portan orgullosos. Sobra comentar que no lleva limpialuneta trasero, sería arruinar el diseño.
El resto de la zaga tampoco se queda precisamente corto en cuanto a efectismo. Las ópticas son 100% LED y tienen una forma desconocida en los franceses. Sobre el portón del maletero se encuentra un pequeño spoiler retráctil, que se eleva en 19 grados al superar los 85 km/h y en 34 grados al superar los 155 km/h. El Audi TT también tiene una solución similar. Dos tubos de escape cromados completan una trasera que deja prendados a todos los amantes del automóvil.
Un 2+2 biplaza
El Peugeot RCZ está homologado como un coupé 2+2, pero realmente debería ser un biplaza. Las dos plazas traseras son prácticamente testimoniales, aunque un buen argumento de venta. Estas plazas tienen varios problemas. En primer lugar, el espacio que queda para las piernas de los pasajeros es casi nulo, aunque el asiento delantero esté cerca del volante. En segundo lugar, el cristal y sus preciosas jorobas están muy bajos y chocan con la cabeza de cualquiera que mida más de 1.50 metros.
Incluso un niño irá incómodo. Los asientos son duros como piedras e incluso es complicado introducirse en los mismos: los asientos delanteros dejan poco hueco y el techo es muy bajo. Personalmente, me senté en el asiento trasero y tenía que ir sentado de lado, con la cabeza completamente doblada y sin poder ponerme el cinturón de seguridad. El mejor uso para estas plazas es como complemento del maletero, para colocar pequeñas maletas o incluso las bolsas de la compra.
Puesto de conducción deportivo
El puesto de conducción del Peugeot RCZ es propio de un deportivo. Los asientos delanteros son dos semi-bacquéts forrados en tela en nuestro caso. Sujetan el cuerpo a la perfección, con apoyos laterales muy marcados y reposacabezas integrado. Los flancos son bastante duros y quizá molestan ligeramente al acomodarnos, pero es la servidumbre típica de un coche así. Tienen ajuste en altura, ajuste longitudinal y de respaldo. La protuberancia lumbar es fija. Son grandes y permiten que incluso una persona muy alta esté cómoda.
Las cotas de espacio impresionan a nivel de cabeza e incluso rodillas, los flancos del asiento nos obligan a llevarlas relativamente juntas. Conducimos con las piernas muy estiradas ya que la posición de conducción es 100% deportiva: vamos sentados muy cerca del suelo e incluso el conductor de un Volkswagen Golf nos mirará por encima del hombro. Un Honda CR-Z tiene una posición de conducción similar, pero habiendo probado ambos coches, el RCZ es aún más bajo.
Esta postura obliga con mi altura (1.83 metros) a emplear a fondo el ajuste en profundidad del volante, que traigo hacia mí en la medida de lo posible. El habitáculo es similar al de un Peugeot 308 – en el que se basa a nivel de chasis – lo que notamos por ejemplo en la instrumentación. Dos relojes amplios con fondo plateado y una pantalla LCD monocroma central. Su visibilidad de día es simplemente correcta, pero de noche, retroiluminados en color blanco, producen un efecto que nos ha dejado prendados.
En la consola central se ubica en posición superior una pantalla monocroma que muestra funciones del equipo de infotainment e información como fecha u hora. En esa posición se ubica el navegador en las unidades que dispongan del mismo. En los 308 hay tres salidas de ventilación circulares, pero en el RCZ la central se sustituye por un reloj analógico que se ilumina de noche y que da un toque muy elegante al habitáculo. Como otros diales, también está rodeado de un pequeño aro cromado.
La consola central es casi calcada a la de un 308, con el equipo de sonido en posición superior – y manejo no demasiado intuitivo – y en parte inferior los mandos del climatizador automático bizonal. Hay un hueco apto para cartera o móvil entre ambos y bajo el climatizador otro hueco bastante aprovechable. En la zona de la palanca de cambios está el botón para subir o bajar a voluntad el alerón, un posavasos y una toma de corriente de 12 voltios, el estándar típico en un coche así.
El freno de mano es ciertamente extraño cuando está levantado. La tapa del compartimento portaobjetos del túnel central se puede subir parcialmente, actuando como reposabrazos. El hueco en sí tiene conexión auxiliar y USB para el equipo de sonido WIP Sound, capacidad para unas cuantas carátulas de CD. La guantera es sorprendente. Está iluminada, refrigerada y caben dos señoras botella de agua de litro y medio, incluso con la documentación y manual dentro. La practicidad del RCZ es muy buena.
Adicionalmente, en las puertas se pueden almacenar mapas, chalecos o revistas y tiene un pequeño hueco a la izquierda del volante, como para unas llaves. Los acabados del Peugeot RCZ son… complicados de explicar. En primer lugar, el salpicadero y parte superior de las puertas están forrados en una imitación de cuero muy convincente a la vista y al tacto. El volante de cuero tiene mucha calidad, a pesar de no ser multifunción y tener que recurrir a palancas traseras para control de velocidad e infotainment.
Sin embargo, hay zonas del túnel central terminadas en plástico duro de calidad mejorable. La consola central está rematada en un plástico negro de buen ajuste y acabado satinado. Muy bonito, pero atrae el polvo como si de un imán se tratase. Las puertas son satisfactorias, aunque como en el salpicadero, la terminación de la parte inferior es discreta. Hasta aquí todo bien, pero debo mencionar dos detalles que no son propios de un coche nuevo, aunque habrá recibido un trato muy duro a buen seguro.
El primer detalle es que el plástico duro que rodea a la pantalla que corona la consola central crujía en los baches, y vibraba ostensiblemente al circular sobre baches. Una vibración similar en el plástico que forra el pilar A derecho es mi segunda queja al respecto. Grillos con apenas meses y pocos kilómetros no son satisfactorios.
Maletero
Tiene 320 litros de capacidad y unas formas muy regulares. El suficiente para el día a día y está casi al nivel de un compacto. El problema es una boca de carga muy alta condicionada por el diseño del vehículo. Es muy aprovechable e incluso me ha servido para una pequeña mudanza. Abatiendo la fila trasera de asientos – de un sólo moviemiento y en conjunto – logramos una capacidad de 640 litros. Bajo el maletero hay un pequeño hueco adicional y un kit antipinchazo, no lleva rueda de repuesto.
Mañana seguimos el repaso con su dinámica.
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