El pasado mes de octubre Audi escribía los titulares de prensa del motor gracias a un Audi A2 reconvertido en eléctrico a baterías por obra y gracia de DBM Energy y Lekker Energy que consiguió recorrer los 605 kilómetros que separan Munich de Berlín sin necesidad de recargar las pilas.
El mismo coche vuelve ahora nuevamente a las noticias, ya que según parece resultó destruido el pasado mes de diciembre en un incendio. Si tenemos en cuenta que la plusmarca establecida por este “electroAudi” fue puesta en tela de juicio desde el mismo momento en que se hizo pública la hazaña, existen muchos indicios que hacen pensar que pudiera tratarse de un incendio provocado.
Mirko Hannemann, el máximo responsable de DBM Energy, no duda en afirmar que es muy probable que alguna empresa de la competencia, celosa de su éxito, no haya tenido escrúpulos en prenderle fuego a su carísimo juguete, patrocinado con más de 275.000 euros del erario público alemán. Una explicación simplista que no convence a nadie más que a él, sobre todo porque cada vez menos gente se cree la hazaña de los 605 kilómetros.
Para empezar, el ADAC asegura que durante el trayecto el vehículo desapareció sin ningún rastro en varias ocasiones sin que nadie tuviera noticias de su paradero. Un notario invitado para dar fe del desarrollo de la prueba renunció a ese honor por motivos desconocidos. Un fallo garrafal por parte de Hannemann y su equipo: lo lógico hubiera sido echar mano de algún notario español, que últimamente andan con poco trabajo. El coche nunca fue sometido a pruebas posteriores que confirmaran la autonomía supuestamente alcanzada.
Con semejantes ingredientes, las sospechas de que el coche haya sido víctima de una barbacoa que se desmadró aumentan día tras día. Sobre todo si tenemos en cuenta que el coche fue pasto de las llamas el pasado día 12 de diciembre en un almacén de Berlín, pero el ADAC (que ya estaba enterado del asunto) no recibió comunicación oficial del siniestro por parte de los propietarios hasta el día 17 de enero, más de un mes después.
Y para terminar de condimentar la receta, otro detalle escabroso: en el momento del incendio, las baterías mágicas no se encontraban en el coche ya que estaban en revisión en un instituto de investigación de materiales del gobierno. O sea, que culpar del siniestro a un cortocircuito va a resultar harto difícil.
Vía: bild.de (en alemán)
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