¿Qué os vamos a contar ahora sobre el caso Pedalgate? La aceleración involuntaria de algunos Toyota ha supuesto la llamada a revisión de millones de unidades para el reemplazo de una pequeña pieza del pedal del acelerador. En algunos casos, el pedal quedaba atascado debido a las alfombrillas. También hubo llamada a revisión por el mismo motivo. Los medios estadounidenses dieron una gran repercusión mediática a los accidentes, por lo que se ha demostrado recientemente, incluso excesiva.
En marzo, Jim Sikes padecía un caso de aceleración involuntaria en su Prius – no afectado por la llamada a revisión – y recurría a la Policía para lograr frenar su coche. Tras meses de una exhaustiva investigación federal a la electrónica que regula la función de aceleración en los Toyota, la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA) emite el veredicto. Tras examinar 280.000 líneas de código se certifica que en ningún caso se podría producir esta aceleración por motivos electrónicos.
Esto no exime de culpa a Toyota, pero se demuestra que el problema era exclusivamente físico, no electrónico. Más casos de “aceleración inintencionada” en modelos como el Prius quedan desestimados, atribuyéndose la causa a que el conductor pisaba el pedal incorrecto, por incongruente que nos parezca. En casos de aceleración por atascamiento físico del pedal del acelerador, el nerviosismo de la situación hacía que algunos conductores siquiera pisasen el pedal correcto.
Los investigadores de la NHTSA repitieron el trayecto que Jim Sikes realizó bajo esta influencia aceleradora y les fue imposible recrear la situación, provocar aceleración inintencionada. Además, concluyeron en 21 minutos un trayecto en el que Sikes tardó unos 23 minutos. Poco después, se supo que Jim se había declarado en bancarrota de manera reciente y tenía un pasado ciertamente turbio en lo relativo al fisco y las finanzas personales. Prácticamente, dicen que Sikes fue un mentiroso.
Sea como fuere, Toyota ha pagado sus multas y ha llamado a revisión a todas las unidades afectadas por un problema real. Se estima que el coste del caso “Pedalgate” ha sido de 2.000 millones de dólares para el fabricante japonés, incluyendo la reputación y costes indirectos que tardarán años – si es que alguna vez desaparecen – en desaparecer del imaginario colectivo.
Vía: Jalopnik | Autoblog
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