En Opel crece la euforia a medida que avanza el año ante la perspectiva de inciar, para finales de este 2011, la comercialización de su primer modelo eléctrico, el Ampera, versión europea del Chevrolet Volt. Un vehículo propulsado por energía eléctrica almacenada en baterías de litio que contará, además, con un “range extender” en forma de motor de gasolina cuya función se limitará a servir como generador para recargar las baterías.
Pero, afortunadamente, la visión de los técnicos de Opel, y por extensión los de General Motors, parece ir bastante más allá de los 80 km. de autonomía eléctrica que presenta el Ampera. No dudan de que “el futuro pertenece al coche eléctrico, pero sobre la base de la célula de combustible de hidrógeno”.
La afirmación la hace el Dr. Lars Peter Thiesen, responsable de las estrategias de introducción de células de combustible e hidrógeno de la marca alemana. Para ello esgrime las ventajas que tiene el coche de hidrógeno sobre el de baterías y que ya todos conocemos: mayor autonomía, respostajes rápidos de apenas unos minutos, similitud a la hora de llenar el depósito de combustible con los coches actuales y, por supuesto, la absoluta ausencia de emisiones de gases nocivos o de CO2.
Opel ha ido acumulando experiencia con el hidrógeno gracias a su prototipo Hydrogen4, basado en el Chevrolet Equinox Fuel Cell. Ya hay más de 100 unidades de pruebas rodando por el mundo en manos de clientes, entre ellos una decena en la capital alemana. La intención es iniciar la fabricación en serie, para 2015 como no, de un modelo mejorado con el doble de capacidad de almacenamiento con la mitad de peso.
Opel no plantea una competición entre coches de baterías y los de célula de combustible. De hecho las consideran tecnologías complementarias. Los BEV (Battery Electric Vehicles), con sus autonomías rondando los 100 km se moverán en el ambiente urbano, dejando los viajes largos para los coches de hidrógeno. El motivo no es otro que la propia “densidad energética” de cada sistema.
Los expertos no descartan la posiblidad teórica de desarrollar baterías de litio que permitan autonomías de 500 kilómetros. Pero incluso contando con los próximos avances de esta tecnología estaríamos hablando de sistemas que rondarían los 800 kg de peso. Kilos que hay que mover con el coche. En comparación, un propulsor basado en célula de combustible capaz de ofrecer una autonomía semejante viene pesando actualmente unos 125 Kg.
Con los datos acumulados y los conocimientos que manejan actualmente los técnicos e ingenieros de desarrollo de Opel, reunidos en las instalaciones de investigación de Dudenhofen, la respuesta es unánime: a largo plazo, el futuro de la automoción pasa por el hidrógeno y la célula de combustible.
Fuente: green-motors.de
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