La prueba de esta semana tiene como protagonista estelar al Seat León. Este compacto fabricado en Martorell es el segundo vehículo más vendido de Seat por detrás del Ibiza y al menos en España, todo un superventas. Amparado bajo el paraguas del Grupo Volkswagen, disfruta de toda la técnica de este, presente por ejemplo en el innovador motor 1.2 TSI que equipa nuestra unidad de pruebas. El Seat León es un veterano del mercado actual, pero no por ello ha perdido las cualidades que le han hecho famoso.
La segunda generación del León fue lanzada en el año 2005, con sólo versiones de cinco puertas y un diseño rompedor para la época. Comercialmente ha funcionado muy bien gracias a la tecnología del Grupo Volkswagen, aunque pecaba de interiores mejorables. En 2009 recibía un lavado de cara con una actualización importante de propulsores, interiores y estética. Hasta la fecha y desde el lanzamiento en 1999 de la primera generación, se han producido y vendido en todo el mundo más de un millón de Seat León.
El caso que nos ocupa es un León fabricado en 2010 y equipado con el motor 1.2 TSI de 105 CV. Este motor ya lo habíamos podido probar en el Volkswagen Golf, donde nos dejó un gran sabor de boca gracias a su integración con la caja de cambios DSG de siete relaciones. Sin embargo nuestro León es manual y tiene seis relaciones, aunque el desarrollo de la sexta es casi idéntico a la séptima del Golf. El 1.2 TSI es la última actualización mecánica de la gama Seat León.
La unidad de pruebas tenía menos de 5.000 km cuando la recogí en Seat, pero ya tenía el rodaje suficientemente completo. Hemos probado un acabado Reference, de acceso a la gama León, con el segundo propulsor más asequible. Aún así, no le falta apenas nada que podamos necesitar en un coche moderno. Actualmente, el acabado Reference ha sido sustituido por el Copa, que ofrece algo más de equipamiento al mismo precio, pero hablaremos de eso en la tercera parte.
Diseño conocido, aún efectivo
Desde 2004 nos hemos acostumbrado plenamente al diseño del Seat León. Obra de Walter da Silva, seguía las líneas del Altea, que estrenaba un lenguaje de diseño que sólo ahora está empezando a relevarse. El frontal es característico, con la parrilla de Seat en posición central. Las ópticas y el paragolpes tienen formas orgánicas que apenas han cambiado tras el lavado de cara, con un nervio lateral que parte de los faros hasta desaparecer en el perfil lateral.
Como marca “deportiva” dentro del Grupo Volkswagen, el perfil lateral del Seat León destaca por la integración del tirador de la puerta trasera en del pilar C. Y sí, ha habido personas que han preguntado por la manera de abrir la puerta. De serie, viene ya con llantas de 16 pulgadas, un detalle a tener en cuenta que no lo hace parecer una versión de acceso a la gama. Un pequeño emblema con las letras “TSI” adorna la aleta delantera, con la tercera letra pintada de color rojo.
No hay muchas novedades en la zaga, los pilotos son ahora más angulosos y siguen siendo tan bonitos como cuando el coche se lanzó al mercado. Un pequeño spoiler corona el maletero, el tirador está camuflado en el emblema trasero de Seat y una cola de escape muy discreta soma bajo el paragolpes. En color plateado, es un coche que no llama la atención, pero desde luego, resulta agradable a la vista e incluso elegante con la combinación de pintura y llantas elegidas.
Habitáculo espacioso, poco vistoso
Al sentarnos en el asiento del conductor es cuando nos damos cuenta de que los años no han pasado en balde por el León. La disposición de salpicadero y consola central es idéntica al Seat León pre-lavado de cara, aunque los materiales se han actualizado y mejorado bastante. Por lo que podemos ver, la parte superior del salpicadero está recubierta de un plástico blando de tacto agradable, mientras que la parte inferior es plástico duro, en diferentes variedades y calidades.
Por ejemplo, la consola central tiene un plástico de un tacto suave y bien ajustado, mientras que la parte inferior y molduras laterales tienen un material más rugoso, es posible encontrar algunos bordes un poco cortantes, nada fuera de lo normal y nada que no podamos encontrar en otros generalistas similares. El principal problema es que la consola central es poco vistosa al menos en la versión de acceso a la gama, es muy oscura y tiene a atrapar el polvo con facilidad.
Sentados en el asiento del conductor, podemos regularlo en altura, pero no tiene ajustes lumbares. Es un asiento amplio a nivel de respaldo y banqueta, con un apoyo lateral bueno y un mullido firme. El asiento me parece por ejemplo mejor que el de los Volkswagen Golf, que para mi talla pecan de una banqueta a veces algo corta. La posición de conducción no es elevada, sino que es relativamente baja. Compactos como el Toyota Auris nos llevan mucho más elevados, aunque hayamos bajado al máximo el asiento.
El espacio disponible para la cabeza es grande – me quedaba mucho espacio al techo incluso sin el asiento bajado hasta el tope – y a nivel de anchura tampoco hay queja alguna. Para las rodillas no suele haber problemas, pero la forma de la consola central hace que mi pantorrilla derecha vaya apoyada sobre esta, sin resultar molesto. Un pequeño inconveniente es que el reposapies no está protegido por un plástico o metal, nuestro pie va irremediablemente apoyado en la moqueta.
El volante del Seat León es de plástico, no está forrado en cuero. Tiene un tacto correcto, pero acostumbrado al cuero, deja algo que desear en comparación. Es regulable en altura y profundidad, por lo que no es difícil encontrar una buena postura que nos permita afrontar viajes largos con confort. La instrumentación es muy similar a la de los Ibiza y tiene un aspecto deportivo, imbuida en un panel con relojes profundos y un tarado que digamos puede incitar psicológicamente a correr.
A la izquierda se encuentran los niveles de combustible y temperatura del agua, con la pantalla del ordenador de a bordo entre ambos. En posición central está un pequeño cuentavueltas y a la derecha tenemos el velocímetro. Todos están retroiluminados en color blanco, que contrasta con la retroiluminación roja de los demás controles. La consola central es muy sencilla e intuitiva en su uso, curiosamente tiene el climatizador bizona sobre el equipo de sonido, que es idéntico al de otros vehículos del Grupo VAG.
Bajo la consola central se ubican las entradas auxiliares del equipo de sonido, de serie USB y jack de 3.5 mm. El Seat León es un coche muy práctico en el sentido de que es fácil vaciarse los bolsillos. Bajo la consola hay un portabotellas y un espacio acolchado en el que caben perfectamente cartera y teléfono móvil. En el túnel central, tras la caja de cambios y los botones del cierre/toma de corriente, hay espacio para dos botellas más y un pequeño cajón para los pasajeros de las plazas traseras.
En las puertas delanteras también caben botellas, aunque de un litro perfectamente. Sin embargo, no todo iba a ser alegría: la guantera no está acolchada y es tan pequeña que un GPS portátil tiene problemas para caber en el mismo espacio que manual del coche y documentación.
Plazas traseras grandes
Al igual que el Golf, con quien comparte plataforma, las plazas traseras son amplias. El espacio hasta el techo es correcto para una persona de mi talla (1.83 metros), aunque realmente no sobra mucho espacio. Para las rodillas sí que hay mucho espacio, incluso si el conductor es alto. Son asientos cómodos, aunque los pasajeros tendrán que hacer frente a pequeñas molestias como la ausencia de huecos en las puertas o los elevalunas manuales, con su clásica manivela, que al menos no suele averiarse.
El pasajero central es el que va a ir estrecho si son tres personas las que viajan – a nivel de hombros – y por el mullido más duro de la plaza central, además de que el hueco portaobjetos limita mucho el movimiento de sus pies, por no hablar del túnel central. Es un problema que se repite en todos los compactos del Grupo Volkswagen, sin excepción.
Maletero
Cubica 340 litros, una cifra que no es mala, pero tampoco destaca. Sus formas son muy regulares y el tapizado es agradable. La boca de carga tiene una altura correcta, aunque hay un salto considerable entre la misma y el piso de carga. Con los asientos abatidos se forma una superficie de carga que no es plana, pero tiene 1.166 litros de capacidad. Bajo el piso del maletero se esconde una rueda de repuesto tipo galleta, acompañada de un gato y las típicas herramientas.
Mañana continuaremos hablando de la dinámica de este compacto y de su motor 1.2 TSI.
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