Durante la semana pasada hemos probado para vosotros un coche muy especial. Se trata del Audi A7 Sportback, la respuesta de Audi a la popularidad de los Mercedes CLS y Porsche Panamera, que han puesto en la candelera un nicho de mercado dormido hasta hace pocos años: las berlinas coupé. El concepto es sencillo, una gran berlina con un aspecto más dinámico y deportivo, una imagen exclusiva y un comportamiento dinámico superior al de la berlina de representación de la que suele derivarse.
Son vehículos de gama alta, y por ello tienen una gama de motorizaciones que no suele bajar de los 200 CV y llega hasta más de 500 CV en sus versiones deportivas. El Audi A7 Sportback ha sido el último vehículo en llegar a este segmento, y todo apunta a que BMW lo incursionará también en los próximos meses. Con el Mercedes CLS recién renovado y el Porsche Panamera muy asentado en ventas la competencia está servida. Acompáñanos y descubre si el Audi A7 es un digno rival para lo mejor de Alemania.
Es un vehículo de 4,97 metros de longitud, con un diseño muy afilado y cinco puertas, al contrario que el Mercedes CLS pero al igual que el Porsche Panamera. Está construido sobre la estructura modular para grandes berlinas de Audi, y comparte muchas similitudes mecánicas con el nuevo Audi A6 que con el Audi A8. Ha sido lanzado antes que el Audi A6, pero tienen la misma batalla de 2.912 mm, un habitáculo muy similar en concepción y diseño, además de la posibilidad de equipar la misma mecánica.
La unidad que hemos probado para vosotros ha sido de las primeras que se han matriculado hace meses. Cuando llegó a nuestras manos, tenía algo más de 16.000 km. Para ser una unidad de prensa, lo cierto es que está ya bien rodada. El motor elegido para la prueba es el 3.0 TDI de 245 CV. Un potente turbodiésel de seis cilindros que obligatoriamente va asociado a una caja de cambios S-Tronic de doble embrague y siete relaciones. También es obligatorio el sistema quattro de tracción total permanente.
Elegancia brutal
Cuando se abrió la puerta del garaje del Audi Fórum de Madrid apareció el que sería mi Audi A7 durante una semana. De color negro metalizado, el leviatán de cinco metros rodó lentamente hasta detenerse. Firmé los papeles y me lanzaron la llave al vuelo. “Disfrútalo”, me dijeron. ¡A sus órdenes, señor! Sin duda, un vehículo como el Audi A7 debe tener un diseño excelente. Por fortuna, ha sido suficientemente diferenciado de sus hermanos de gama, que tienen un diseño demasiado parecido y monótono.
El Audi A7 Sportback es muy bajo, muy largo y muy elegante. Con sus llantas de 20 pulgadas es imposible no atraer todas las miradas. Líneas muy limpias, nada estridentes, y una caída del techo difícil de ver en un vehículo de su categoría. Una suave caída que desemboca en una zaga con un alerón retráctil y dos compactas salidas de escape a cada lado del paragolpes. Las ópticas LED de su parte trasera dejan una curiosa firma lumínica de noche, que también aclara que no estamos ante cualquier Audi.
Me ha sorprendido lo contenido del diseño frontal. La calandra típica de Audi es más pequeña de lo habitual, condicionada por el bajo perfil del morro. Las ópticas son ligeramente rectacngulares y tienen una tira de LEDs integrada de manera elegante en su interior. A la imagen poderosamente potente, muy refinada y con un punto de clasicismo del Audi A7 se unen unos voladizos cortos y puertas tipo coupé sin marco, un detalle exquisito. Como dijese en su día Clarkson, “podría ser repostado con capuccino”.
Como el Palacio de Neuschwanstein
El Palacio de Neuschwanstein de Baviera es una de las joyas arquitectónicas de Alemania, construido en el Siglo XIX inspirado en algunas de las obras clásicas de Wagner, sobre un risco en la cercanía de los Alpes. Intrínsecamente alemán, cargado de salones de aspecto clásico, con madera por todas partes y enormes butacas de cuera. Un poco similar al habitáculo del Audi A7, que nos hace sentirnos a gusto en un ambiente de alta calidad, rodeados del mejor cuero y auténtica madera de raíz de nogal.
Sobra decir que los ajustes son muy buenos se mire donde se mire, y la calidad de la madera es fantástica, además de no escatimarse lo más mínimo su uso. El mejor ejemplo son los ajustes entre los plásticos de la consola central y la madera, del más alto nivel. Los plásticos empleados en puertas o en la parte superior del salpicadero también son sobresalientes, y si nos fijamos, el cerco de madera recorre todo el habitáculo de manera fluida, desde las puertas a la zona del parabrisas.
Los tiradores de puertas o guantera son metálicos, un detalle que da mucha sensación de calidad. Sin embargo, en un coche cuyo precio parte de 11 millones de las antiguas pesetas hay que hacer críticas, y las críticas corresponden al plástico plateado que rodea a la instrumentación. Cruje al tacto y no tiene un ajuste perfecto, empañando hasta ahora un conjunto impoluto. El volante deportivo es opcional, pero si lo recordamos, es el mismo que monta el Audi A1.
No es una crítica, pero creo que debería haberse diseñado un volante deportivo específico para el A7 en lugar de ir al baúl de partes. En primer lugar me acomodo en el asiento, que queda muy cerca del suelo. No es un asiento deportivo, pero tiene un ajuste eléctrico completísimo que puede modificar la longitud de la banqueta, el apoyo lumbar o lo abrazados que estamos por los pétalos del asiento. Con el volante regulable en profundidad y altura y las memorias del asiento eléctrico, es muy sencillo encontrar una posición de conducción buena. Ahora bien, el espacio disponible para los pasajeros no es espectacular.
El techo es bajo y aún con el asiento en una posición baja no me sobra mucho espacio hasta el techo (mido 1,82 metros). El espacio para codos sí es bueno, y las rodillas también van bien servidas de espacio. La forma del habitáculo y el techo hacen que tengamos una sensación inmersiva que hacer parecer que hay menos sitio del que parece. Unidades con techo panorámico de cristal a buen seguro parecen más diáfanas y amplias a nuestra percepción. La instrumentación es en parte analógica y en parte digital.
La parte analógica son los bonitos velocímetro y cuentavueltas, pero entre ambos hay una enorme pantalla multifunción en color con funciones de infotainment y ordenador de a bordo. Los indicadores del nivel de combustible y temperatura del agua son digitales. El control de crucero adaptativo se maneja desde la columna de la dirección, y si está activado la esfera que rodea al velocímetro se rodea de color rojo. La pantalla central también muestra las imágenes de la cámara de visión nocturna.
De todos los gadgets os hablaremos largo y tendido en la tercera parte de la prueba. En la consola central aparece una pantalla escamoteable de 8 pulgadas, pero es en general muy limpia. Además de esta pantalla sólo hay un hueco para los discos de música y los controles del climatizador. Todas las funciones están realmente aglutinadas junto a la caja de cambios, en la ancha consola existente entre los dos asientos. Como novedad, nuestra unidad incorpora el innovador sistema MMI Touch.
Os hablaremos también del mismo en la tercera parte, pero permite “dibujar” las letras que queremos introducir en el navegador, por ejemplo. La palanca de cambios domina este espacio, que exhibe con orgullo el intuitivo control MMI en una posición que no podría ser más cómoda para nuestra mano. Desde el mismo y los botones circundantes podemos movernos sin apartar apenas la vista de la carretera por todos los menús y sistemas que nuestro Audi A7 Sportback nos puede ofrecer.
En la consola central hay un hueco grande para carteras o teléfonos, dos poravasos ocultos por una tapa y mucho espacio dentro del reposabrazos y bajo el mismo, suficiente para una funda grande de gafas de sol, como podéis ver en las imágenes. La guantera está tapizada, refrigerada e iluminada y tiene un tamaño muy respetable, más que sus rivales. En las puertas caben botellas de pequeño tamaño y desde la puerta del conductor es posible abrir el maletero de manera remota.
Viajando en clase Business
Los dos pasajeros de las plazas traseras viajan muy acomodados, en amplios asientos con muchísimo espacio disponible para las rodillas y suficiente espacio hasta el techo. Van muy bajos y en parte reclinados, lo que suma a los viajes un gran confort adicional al placer de viajar en un Audi A7. Los dos pasajeros tienen climatizador individual, pero al contrario que en otros coches como el Mercedes CLS, no hay una división clara entre las dos plazas. Hay un reposabrazos con el botiquín y dos reposabrazos integrados.
Gran maletero
En un Grand Tourer como el Audi A7 Sportback existe una clara vocación práctica. Es un coche en el que se debería poder hacer 1.000 km del tirón, cuatro personas con su equipaje y llegar tan nuevos a destino como cuando salieron. El maletero tiene 535 litros de capacidad y una forma casi perfectamente regular. Se abate el asiento trasero en disposición asimétrica y el volumen disponible aumenta a 1.390 litros con una superficie de carga que es prácticamente plana.
Lo bueno de este Audi es que es práctico, permitiendo una carga muy cómoda de los bultos amén de una escasa distancia al suelo de la boca de carga y el nulo salto entre la misma y el piso de carga. Bajo este piso hay una rueda de repuesto de tipo galleta. La batería se ubica en el maletero para mejorar el reparto de pesos, ya que la caja de cambios no es transaxle y lleva un pesado motor en posición delantera. El portón del maletero es eléctrico, pero hay que tener cuidado, sube mucho abierto al completo.
Mañana repasamos la imponente dinámica y exprimimos sus 245 CV… estad atentos.
En Diariomotor: Audi A7 Sportback en el Salón de París | Audi A7 Sportback, equipamiento y precios | Audi A7 Sportback