La alianza entre Fiat y Chrysler está dando frutos positivos para ambas partes, aunque se han dado situaciones que resultan muy extrañas. Así, en los últimos meses hemos visto cómo han sido remarcados los Dodge Journey, Chrysler 300C, Chrysler 200 y Chrysler Grand Voyager en Fiat Freemont, Lancia Thema, Lancia Flavia y Lancia Grand Voyager respectivamente. Es inevitable la sorpresa, sobre todo si tenemos en cuenta el antagonismo existente entre la cultura italiana y la estadounidense en cuanto a coches se refiere.
No obstante, estos transplantes de logotipo que tienen lugar entre vehículos generalistas o de gama media-alta no son tan polémicos como las rumoreadas colaboraciones entre ambos grupos a la hora de desarrollar vehículos de altas prestaciones, un tema mucho más sentimental. Ya hace tiempo que se rumorea sobre la mano que ejercerá Ferrari en el desarrollo del Dodge Viper, y ahora se especula con que Maserati dejará de lado los motores de origen Ferrari para pasar a montar propulsores turboalimentados V6 derivados de los Pentastar de Chrysler.
En un primer momento se comentaba que la futura berlina intermedia de la firma italiana, que podría basarse en el Chrysler 300, utilizaría este motor Pentastar. Hasta aquí no resultaba muy doloroso puesto que es un modelo aún desconocido, pero la sangre llegó al río cuando comenzó a decirse que los futuros Maserati Quattroporte y Maserati GranTurismo también incorporarán este bloque.
Vale que Maserati sea una marca en parte maltratada por el Grupo Fiat, utilizando antiguos motores y plataformas de Ferrari que, aunque sean la envidia de la mayoría de marcas, no dejan de estar desfasados tecnológicamente respecto a la tecnología punta existente en el grupo. Sin embargo, de esta situación a dejar de montar Ferrari para utilizar motores Chrysler va un buen trecho, y es algo que resulta difícil de explicar.
En mi caso, y por razones que no vienen a cuento, he tenido la enorme satisfacción de poder devorar centenares de kilómetros en un Maserati GranTurismo S, tanto en autopista como ciudad o en apetitosas carreteras secundarias. Una conclusión objetiva rápida es que se trata de un vehículo intermedio entre los deportivos más juguetones (Porsche 911, Ferrari 458 Italia, etc…) y los GT tradicionales (BMW Serie 6, Jaguar XK…). Mismamente, en una carretera revirada no aguanta el ritmo de un Porsche 996 Turbo y lo tiene difícil contra un Porsche 911 Carrera S.
Y la conclusión pasional es que el GranTurismo S enamora a todo aquél que lo escucha y, más aún, quien lo disfruta al volante. Comportamiento aparte, el brutal sonido que emanan las colas de escape es apoteósico, una música que invita a llevar el vehículo a altas revoluciones simplemente para escuchar el bramido del V8, aunque puede llegar a resultar artificial. En resumen, es un sonido que no debería perderse puesto que es uno de los grandes atractivos de la marca del tridente.
Por ello, la presencia de un motor 3.6 V6 turboalimentado bajo el capó de un Maserati haría perder buena parte de ese encanto que tienen los Maserati, y que es afín a muchas otras marcas italianas. La potencia del Pentastar atmosférico varía según los modelos y alcanza cifras de unos 300 CV; la turboalimentación proporcionaría una dosis extra pero parece difícil que pudiera llegar a los 450 CV del Maserati GranTurismo MC Stradale lanzado hace unos meses.
Afortunadamente, no hay ninguna información oficial al respecto por lo que puede que estos rumores no sean más que eso, rumores. Aún queda mucho tiempo para salir de dudas puesto que los reemplazos del Quattroporte y el GranTurismo se esperan para 2013 como muy pronto, al igual que la futura berlina situada por debajo del Quattroporte.
Fuente: InsideLine
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