Mide menos de cuatro metros de largo, está fabricado a caballo entre California y Reino Unido y es el abanderado de una marca fundada en 2003. Sin embargo, acelera hasta los 100 km/h tan rápido como un Ferrari F430, aunque sin emitir ruido o un sólo gramo de dioxido de carbono. Hablamos del Tesla Roadster Sport 2.5, que hemos probado. Este superdeportivo eléctrico basado en la plataforma del Lotus Elise es la evolución final de los Tesla Roadster, cuya producción está a punto de finalizar.
Cuando conseguimos esta prueba estaba que no cabía en mí de felicidad. Había quedado con el representante de marketing de Tesla Motors en el Abba Hotel de Plaza de Castilla, en pleno centro de Madrid. Tras el saludo de rigor, bajamos al garaje. Allí estaba, muy pequeño, muy bajito… pero tremendamente deportivo, incluso parado. El coche estaba enchufado a uno de los pocos puntos de recarga rápida instalados en Madrid. La máquina no estaba cargada al 100%, pero nos iba a electrizar.
Retiramos el cargador y lo guardamos en el pequeño maletero. Roberto Toro se pone al volante para enseñarme los rudimentos básicos del coche. Emprendemos la marcha en silencio absoluto y salimos del garaje. Es un imán para las miradas, y el primer pisotón al acelerar me hace sentir el piloto de un caza a reacción. Pero no os puedo contar más hasta mañana, me temo que os tengo que dejar con la miel en los labios, ya que antes hay que soportar una “clase teórica”.
Tesla Motors son los creadores del Tesla Roadster, cuyo nombre es un homenaje a Nikola Tesla, el físico croata que en el siglo XIX inventó el motor eléctrico de corriente alterna tal y como lo conocemos hoy en día, además de varios avances en el campo del electromagnetismo. Tesla Motors fue fundada en Silicon Valley en el año 2003, una startup tecnológica que buscaba la producción y venta de vehículos eléctricos de lujo y de altas prestaciones. Y efectivamente, lo consiguieron.
Tras la obtención de jugosa financiación federal del Gobierno estadounidense y diversos inversores, Tesla se puso manos a la obra para demostrar al mundo de lo que era capaz. Su CEO, Elon Musk, ha fundado además una empresa llamada SpaceX, una de las primeras compañías en plantearse la rentabilidad del envío de carga al espacio con un coste contenido. Su principal acierto fue el desarrollo del Tesla Energy Storage System, la compleja y carísima batería de 56 kWh de capacidad del Roadster.
Os hablaremos en la segunda parte del Tesla ESS, que una vez desarrollado fue montado en una plataforma modificada del Lotus Elise, y puesto a la venta. Actualmente, el Tesla Roadster Sport 2.5 se vende por unos 115.000€, por lo que hablamos de un superdeportivo que plantea una perfecta alternativa para un Porsche 911, un Aston Martin Vantage o un incluso un Lamborghini Gallardo. Y consigue ser más exclusivo que los tres mencionados, ya que sólo se han producido 1.650 unidades.
La mayor parte se han vendido en EEUU, y su público es gente adinerada concienciada con el medio ambiente, personalidades del mundo tecnológico como los fundadores de Google o Dell, e incluso celebrities de la talla de Brad Pitt, Cameron Diaz o George Clooney. Es un coche indudablemente chic, que contribuye a potenciar la imagen respetuosa con el medio ambiente de su conductor, y supone una alternativa en cierto modo más políticamente correcta que un superdeportivo convencional.
En cualquier caso, podréis comprobar que el Tesla Roadster Sport 2.5 de 292 CV que hemos probado es de todo menos políticamente correcto.
Imagen tecnológica con ADN británico
El Tesla Roadster es un coche que llama mucho la atención. Nuestra unidad estaba matriculada en Gran Bretaña, pero tenía el volante a la izquierda y un velocímetro tarado en km/h. Es un coche muy bajito, sólo 1,13 metros de altura. El ADN del Lotus Elise se deja notar en el aspecto general del coche, pero Tesla Motors ha imprimido personalidad propia en su carrocería, construida totalmente en fibra de carbono. Comenzamos por un frontal redondeado y de formas suaves.
Las ópticas son grandes, y dejan ver los elementos ópticos internos. La parte baja del paragolpes cuenta con una toma de aire para la refrigeración, y en el corto capó podemos ver unas aberturas de refrigeración de algunos sistemas del coche. El perfil es muy estilizado, y sólo el habitáculo se interpone en líneas fluidas que desembocan en la zaga. Carece de las tomas laterales de aire para el motor, pues son innecesarias. Sólo hay unas pequeñas aberturas para la refrigeración de los frenos.
La parte trasera deja a la vista un arco antivuelco de fibra de carbono, y un spoiler perfectamente integrado en las líneas de diseño. Unas ópticas enmarcadas en plástico oscuro nos alumbran con tecnología LED, y a lo ancho del capó trasero se deja ver el logotipo de Tesla Motors y el modelo en cuestión, Roadster Sport. El coche lleva un difusor funcional y como es obvio, carece de los tubos de escape que adornarían cualquier superdeportivo de combustión interna. No los echaremos de menos.
Lujo espartano en su interior
Lo primero es entrar en coche, cosa que no es nada fácil al principio pero a la que uno se acaba acostumbrando. Lo mejor es introducir una pierna, sentarnos y después introducir la otra parte. Escribirlo es muy fácil, pero si somos de talla alta va a suponer cierto contorsionismo. Nadie dijo que un superdeportivo fuese práctico, no lo consideramos un defecto. Una vez dentro vamos sentados en un cómodo asiento forrado en Alcantara, sin regulaciones lumbares o en altura.
Una vez sentado tengo bastante espacio, mi cabeza va lejos del techo y mis piernas tienen bastante espacio gracias a la forma de la consola central. No nos engañemos, no es un coche para nada amplio y vamos hombro con hombro con nuestro acompañante, pero no resulta angosto o incómodo. El volante sólo es regulable en altura. De marca Momo, es el más pequeño que he agarrado en mi vida, del tamaño de los volantes de videoconsola que usamos para jugar al Gran Turismo.
La posición de conducción tampoco resulta forzada, y en tres horas conduciendo no sufrí de incomodidades. El coche tiene una instrumentación muy sencilla. La consola central tiene dos aireadores superiores, y bajo los mismos hay un sistema de infotainment Alpine, con navegador, radio e incluso una conexión para iPod/iPhone. Los mandos del climatizador están bajo los mismos y aún más abajo hay una pequeña pantalla táctil multifunción que muestra la autonomía teórica del coche y otra información.
Esta pantalla permite variar entre modos de conducción o comprobar los intervalos de mantenimiento. No está muy a mano y hay que quitar la vista de carretera para accionarla. Más a mano están los selectores de la transmisión, que se opera por botones y tiene las mismas acciones que un cambio automático tradicional. Hay diversos huecos para dejar objetos, a la izquierda del volante hay un cajón para una cartera o llaves, donde también está el botón de apertura del maletero.
Bajo la consola central hay un hueco al estilo Toyota Auris, tiene una pequeña guantera y un hueco simétrico al del conductor en lado del acompañante. No es un coche en el que vayamos a llevar los niños o irnos de viaje durante días, así que no debería robarnos el sueño. Y para ser un superdeportivo, tampoco va mal servido de usabilidad y ergonomía. Donde se nota el precio es en la calidad de los tapizados de Alcantara, que también se extienden a las puertas y otras molduras.
El salpicadero está muy ligado a Lotus, es entero de plástico duro, pero tiene zonas forradas en cuero, como las que rodean la pantalla inferior, la guantera o la zona del climatizador. Es un coche satisfactorio en dicho sentido, aunque no llega al nivel de un Porsche por los compromisos derivados de usar como base una plataforma Lotus, aunque sólo sea compartiendo el 6% de las piezas.
Maletero testimonial pero necesario
El maletero del Tesla está en el capó trasero, por detrás del pack de baterías. Tendrá unos 150 litros de capacidad, y en el mismo cabe una maleta pequeña, los cargadores y bastante poco más. Hay que levantar los objetos a una altura considerable del suelo y es un maletero relativamente profundo. En un compacto como el Toyota Auris HSD sería preocupante, pero aquí no nos importa lo más mínimo. Ningún dueño va a cargarlo hasta los topes, los viajes serán siempre cortos.
No os vayáis muy lejos, mañana accionamos el contacto y dejamos sueltos a 292 CV eléctricos, muy enfadados…
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