El nuevo Volkswagen Beetle lleva ya unos cuantos meses en boca de todos, desde su presentación en sociedad en el pasado Salón de Ginebra 2011, y ya iba siendo hora de ponernos a su volante, además de verlo con todo detalle en primera persona. No se comercializará en España hasta el próximo mes de Noviembre, pero ya hemos tenido ocasión de meterle mano y con una prueba en las carreteras de Berlín por medio de una presentación dinámica.
Sobre el papel y a la vista de sus características técnicas, su diseño o sus posibilidades en lo relativo a motores, equipamiento y técnica, el Volkswagen Beetle 2012 supone un gran paso adelante y una profunda evolución sobre el anterior New Beetle, intentando rescatar el espíritu y todas las sensaciones que transmitía el Escarabajo original, trasladando todo esto al año actual por medio de una revolución controlada. ¿Cumplirá todas las expectativas depositadas sobre él? Vamos a analizarlo punto por punto.
Diseño exterior del nuevo Volkswagen Beetle: retorno a las esencias originales, cambiando todo para que nada cambie
Un único y rápido vistazo no nos lleva a confusión: el Volkswagen Beetle ha vuelto a nacer de nuevo. Podría parecer bastante osado comparar el Beetle 2012 con el Käfer primigenio, pero tampoco se puede negar que la personalidad que emanaba el modelo original continúa presente, lógicamente con los imprescindibles rasgos de modernidad adaptados a los tiempos que corren. Con respecto al New Beetle, los cambios son mayúsculos, perdiendo esa personalidad inocente y relativamente femenina, con demasiadas superficies curvas, transmitiendo ahora una estampa atlética, deportividad y dinamismo para todos los públicos.
Del diseño se ha encargado el equipo habitual de Volkswagen, encabezado por Walter de Silva, Jefe de Diseño del Grupo Volkswagen, y por Klaus Bischoff, Jefe de Diseño de la marca Volkswagen. Decía de Silva en el acto de presentación en Berlín que la intención era la de reinventar un icono poniendo toda la pasión posible. Para ello, se han basado en los rasgos originales e identificativos del Beetle, como su clásico perfil lateral (ahora ligeramente más bajo y achatado), el frontal totalmente personal (incluyendo capó delantero o las inevitables ópticas con forma circular) o los anchos y marcados pasos de rueda, que ahora albergan grandes llantas de aleación y una generosa anchura de vías (1,578 metros para el eje delantero y 1,544 metros para el eje trasero), que le hace parecer muy bien plantado sobre el asfalto.
Con 4.278 metros de longitud, 1.808 metros de anchura y 1.486 metros de altura, ha crecido en todas las dimensiones considerablemente salvo en altura (-12 milímetros), lo cual se refleja positivamente en la amplitud interior. También la superficie acristalada y la forma que dibuja la misma rinde homenaje al diseño más clásico del modelo, con una línea de cintura muy marcada. Donde sí se han tomado más licencias es en la parte posterior, con unas ópticas traseras novedosas que pueden no ser del gusto del todo el mundo, sobre todo de los más puristas. El resultado global es sin duda muy acertado y de líneas muy limpias, y debo decir que las imágenes no le hacen justicia, ganando mucha presencia al natural y transmitiendo dinamismo y personalidad sin dejar de ser por ello simpático en cierto modo.
Un detalle que puede parecer sin importancia, pero no deja de ser curioso, es que el nombre que figurará en el portón trasero puede elegirse a gusto del conductor y en función de cada mercado. Es decir, probablemente todos sepáis que el Escarabajo original nació sin nombre. Era, simplemente, el VolksWagen. A medida que se fue popularizando en todo el mundo durante el paso de los años, múltiples denominaciones y apodos surgieron para denominar al modelo: Beetle o Bug, Escarabajo, Vocho, Fusca, Maggiolino, Coccinelle… Pues bien, ahora el comprador puede elegir el nombre de su coche y que así figure en los correspondientes logotipos, o bien puede dejar el “Beetle” universal o simplemente el logo de Volkswagen, sin más denominación.
Interior: diseño moderno con personalidad y buena habitabilidad y espacio
Llega por fin el momento de ponernos al volante del Volkswagen Beetle 2012. ¿Qué nos encontramos al abrir la puerta? Lo primero que llama la atención son las puertas con ventanillas sin marco. Es un simple detalle estético que también nos dice mucho: no estamos ante un compacto más. Ya que comentamos esto hemos de decir también que la insonorización interior es bastante buena, tanto en lo relativo al sonido del motor como a ruidos aerodinámicos o de rodadura, aunque hemos de decir que, probablemente a causa de los espejos retrovisores exteriores, a partir de unos 100 km/h se escuchan pequeños silbidos que en cualquier caso no empañan el buen resultado obtenido en este apartado.
Bien, ha llegado el momento y nos subimos al Volkswagen Beetle. Más que subirnos debería decir acomodarnos, puesto que aquí llega uno de los grandes cambios con respecto al antiguo New Beetle, y no es otro que su postura de conducción, su ergonomía o, en general, su interior. Con regulación en altura para asientos y volante no es nada difícil encontrar la postura que más nos satisfaga, pero es que además nos daremos cuenta que la postura de conducción puede ser relativamente baja. No tendremos por qué sentir que conducimos en una postura sobreelevada. También la disposición elevada del salpicadero, no demasiado profundo en dirección longitudinal, o la forma de la luneta delantera, bastante corta e inclinada recordando al Beetle original, dan un punto de personalidad al puesto de conducción del coche.
Hemos conducido un Volkswagen Beetle 2.0 TSI Sport, con cambio DSG y especificación americana, de ahí que algunas de las imágenes que veáis aquí no se correspondan totalmente con los acabados o el equipamiento europeo, echando en falta por ejemplo el volante multifunción o el climatizador bizona. Los modelos destinados al mercado español serán mucho más completos en cuestión de equipamiento de serie.
Los asientos de esta versión Sport son sin duda muy acertados, puesto que ofrecen suficiente agarre y sujección lateral a la vez que no pierden confort, adaptándose realmente bien a personas de cualquier talla. En ergonomía tampoco falla, con una disposición de mandos bien estudiada e intuitiva, similar a otros modelos de la marca, aunque también aquí apreciamos que estamos ante un modelo diferente y especial.
No descubrimos nada nuevo si decimos que los interiores de Volkswagen, pese a estar generalmente muy bien realizados, son bastante similares entre sí en muchos elementos o en su disposición general, independientemente de qué modelos estemos hablando. El hecho de conservar un estilo de marca, que no es necesariamente malo, hace que veamos muchas similitudes, dentro de la sobriedad atemporal de la marca. En esta ocasión han tomado más riesgos con el diseño, y con el Beetle tenemos por fin un interior diferenciado y totalmente exclusivo para el modelo.
Además del salpicadero o el volante achatado en su parte inferior, encontramos una instrumentación con el velocímetro en una esfera central, más grande, con el ordenador de a bordo en la parte inferior y rodeada a cada lado por el cuentarrevoluciones y el indicador de combustible. La información acerca de la temperatura del líquido refrigerante o del aceite aparece dentro de los menús del propio ordenador de a bordo, y las molduras del salpicadero y de los paneles interiores de las puertas, en el mismo color de la carrocería en acabado Design o en imitación de fibra de carbono en el acabado Sport dan un toque de estilo o deportividad al interior.
También al contrario de lo que suele ser habitual en Volkswagen, nos encontramos con un salpicadero con absoluta mayoría de plásticos duros, echando quizás en falta un plástico más acolchado en algunas zonas del interior como la parte superior del salpicadero. Pese a ello, el logrado diseño y la buena apariencia visual hace que pronto nos olvidemos de este pequeño detalle, y de hecho los materiales empleados hacen gala de terminaciones suaves o rugosas, según las zonas, y ajustes sólidos a los que no se les puede poner tacha alguna.
Vamos a la habitabilidad interior: quedan subsanados también los anteriores defectos del New Beetle en ese sentido, y las dos plazas delanteras son muy holgadas en cuestión de espacio, tanto en altura como en anchura, y similares a las de su hermano el Volkswagen Golf. En lo relativo a las dos plazas traseras, pese a dar una sensación un tanto claustrofóbica (como en un coupé) a consecuencia de los pequeños cristales posteriores, la caída trasera y el ancho pilar C, la mejora objetiva en espacio también es palpable. El espacio longitudinal para las piernas es suficiente para una persona de estatura media, aunque no sobrado. Tampoco en altura echaremos de menos más espacio, y únicamente en el caso de que midamos cerca de 1,90 metros de altura rozaremos con el techo.
El maletero es ahora de mayor volumen: ha ganado prácticamente 100 litros con respecto al New Beetle y ahora tiene una capacidad de 310 litros, siendo sus formas bastante aprovechables, aunque nuevamente menos cúbico que en un Golf. Con los asientos traseros abatidos, alcanza los 905 litros, lo que unido a la funcionalidad del portón trasero le hace ser muy práctico para cargar grandes objetos. En cualquier caso, ahora tanto por espacio interior como por capacidad de maletero el salto es realmente notable, destacando la capacidad de conjugar el diseño y su personalidad con el hecho de poder ser totalmente funcional y válido para el día a día y para cuatro ocupantes.
Estamos dentro del Volkswagen Beetle 2012, y una vez analizado su exterior e interior es el momento de arrancarlo y ponernos en marcha. En la próxima parte analizaremos su motor, su comportamiento en carretera, su equipamiento, rivales y las últimas conclusiones acerca de un modelo que busca recuperar todo el encanto del Beetle original.
Nuevo Volkswagen Beetle, presentación y toma de contacto en Berlín (II)
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