Todos nosotros tenemos un coche favorito, generalmente inalcanzable para la mayoría de mortales, que hace que siempre suspiremos por él y soñemos con encontrarnos una unidad en nuestro garaje en algún día no muy lejano. Desafortunadamente, la cruda realidad es que pocos llegan a cumplir su sueño, aunque de vez en cuando vemos algún osado que se aventura a crear su propia réplica a partir de un coche infinitamente más modesto.
El problema de estas réplicas caseras es que, por mucho pundonor que ponga el propietario, el resultado final suele resultar difícil de digerir. Hoy mostramos un caso en el que un propietario de un Opel Calibra estaba profundamente enamorado del Bugatti Veyron, concretamente de su variante descapotable Bugatti Veyron Grand Sport. Ni corto ni perezoso, se puso manos a la obra y el resultado es el engendro que vemos arriba.
Si pensamos en cómo era el Calibra original, el trabajo que se ha realizado sobre esta unidad ha sido de gran calibre, lo cual no quiere decir que el resultado nos resulte agradable. Para empezar, se ha eliminado el techo original para acercar el parecido al citado Grand Sport, pero el presupuesto no nada para tanto y el resultado es que se arrancó el techo al completo y se instaló una chapucera capota de lona que resulta mal rematada en la zona en la que se une al vehículo.
De hecho, el único guiño que se ha hecho al Bugatti es el frontal, en el cual el dueño pretendía instalar la parrilla en forma de herradura tan típica de Bugatti pero que finalmente instaló la ovalada del Jaguar Type S. Si acaso otro guiño al Veyron podría ser la salida de escape central trasera, pero el lavado de cara que ha realizado al Calibra en la zaga no resulta agraciado, y no recuerda para nada al superdeportivo del millar de CV.
En un cambio de este tipo no podía faltar un nuevo kit estético, nuevas llantas, un equipo de sonido gordo, etc… Y, como buen tuning de barrio, la cosa está presidida por un sinfín de adhesivos alusivos a multitud de marcas; algunos de los cuales no tienen mucho sentido como por ejemplo que haya logotipos de dos marcas distintas (Ferrari y Bugatti). El colofón lo pone la pegatina situada en el parabrisas, que muestra que el propietario se ha autodeclarado participante o safety car de Le Mans 2011.
Por la matrícula y el volante, deducimos que el autor de esta joya reside en Reino Unido, un país en el que el Opel Calibra (Vauxhall Calibra por aquellos lares) tuvo una gran acogida. Seguramente esta creación no siente muy bien a los orgullosos propietarios de un Calibra original intacto aunque, bien pensado, no sienta muy bien a nadie…
Fuente: Autoblog.nl
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