Comienza una nueva semana y la empezamos con una prueba. Esta semana tenemos os ofrecemos una prueba del nuevo Kia Sportage. Los Kia Sportage llevan dando guerra desde el año 97, año en el que fue lanzado el Sportage, con elementos compartidos con vehículos Mazda, fruto de una alianza estratégica en los años 90. Aunque es un producto tremendamente popular en Estados Unidos tiene una vocación claramente global, vendiéndose en todos los continentes del mundo con ligeras variaciones, centradas fundamentalmente en la gama de motores.
El Kia Sportage ha sido un vehículo que ejemplifica a la perfección la evolución de los SUV en los últimos 15 años, siendo uno de los pioneros en tamaño compacto, compartiendo méritos con los Honda CR-V o Toyota RAV4. Desde finales de los años 90, los SUV han pasado de ser vehículos de aspecto campero con ciertas aptitudes 4×4, al actual concepto de vehículo polivalente con un aspecto alto y robusto, pero aptitudes 4×4 reducidas. Es más, hoy por hoy las ventas de SUV 4×2 superan a las versiones 4×4 en muchas marcas.
La actual generación ha sido lanzada en 2010, y tiene por objetivo superar a una generación exitosa en ventas, combinación de un diseño acertado y un precio asequible. Os lo podemos adelantar, pero es bastante obvio: el salto cualititativo y estilístico es brutal con respecto al Sportage previo, que acusaba ya los años. Es más, el Kia Sportage ha recibido recientemente el galardón a “Lo Mejor de lo Mejor” en la categoría de Diseño Exterior, en el primer Concurso de Marcas de Automoción, organizado por el reputado Consejo Alemán de Diseño.
La unidad que hemos probado estaba matriculada en 2010 y tenía más de 19.000 km en el odómetro a la hora de recogerla en la sede de Kia Motors Iberia, en Alcobendas. Hemos probado una versión 4×2 – sólo tracción delantera, aunque curiosamente tiene control de descenso de pendientes – equipada con el que es uno de los motores estrella, el turbodiésel 2.0 CRDi de 136 CV. El acabado de nuestra unidad es el Drive, una versión intermedia que acumula gran parte del pastel de ventas del Sportage, un paso por debajo de la versión Emotion, tope de gama.
Más fuerte, más ancho, más deportivo
El Kia Sportage que tuve a mi disposición durante una semana era del espectacular color Techno Orange, una tonalidad llamativa que encaja muy bien con el aspecto fresco y moderno del SUV. Una de las partes más llamativas del coche es el frontal, donde destaca una ancha calandra cromada que ya se ha convertido en el estandarte de la imagen de marca de Kia. Está flanqueada por los faros delanteros, afilados y agresivos, enmarcados por una pestaña de LEDs diurnos de un azul intenso, bien visibles desde otros vehículos.
El perfil lateral es anguloso y sus aristas transmiten una sensación de mucha robustez, fuerza. Las llantas de 17 pulgadas son de serie en la versión Drive, así como lo son los detalles cromados, presentes en los tiradores y en el marco de la puerta trasera, cuya curiosa forma permite un acceso fácil al habitáculo. La línea de cintura ascendente y un pilar C muy ancho contribuyen a la imagen masculina y deportiva del Kia Sportage. La línea de cintura atraviesa al coche, desde las ópticas delanteras o las traseras.
La zaga comparte pequeños detalles que podrían pasar desapercibidos, como que la forma de la calandra delantera está presente en el parabrisas delantero y el cristal trasero, que es tintado, dicho sea de paso. Las ópticas traseras son de gran tamaño, muy visibles a excepción de los intermitentes, que van montados en el paragolpes. Bajo el gran portón del maletero hay un paragolpes en el que no encontraremos un embellecedor para la salida de escape, que está oculta bajo el mismo.
Formas, colores y habitabilidad interior
Abro la puerta y me acomodo en el asiento del conductor. Es un asiento grande, con apoyos laterales pequeños y un mullido firme. Es regulable en altura y ambas plazas tienen ajuste lumbar. Con el volante multifunción regulable en altura y profundidad no es complicado encontrar una postura correcta de conducción. Aunque venía de conducir el Tesla Roadster, es un coche que produce una postura de conducción alta, una de las principales ventajas y reclamos de los SUV, da una agradable sensación de seguridad y control.
Las plazas delanteras son muy grandes, y tengo espacio en todas mis cotas, a pesar de que mido 1,83 metros. Tengo más de un palmo desde la cabeza hasta el techo – y no llevo el asiento en su posición más baja – y mis rodillas no quedan demasiado cerca de la consola central, aunque sí tengo las pantorillas ligeramente apoyadas en la misma, como me ocurre con otros coches. El reposabrazos queda algo retraído, pero la postura para viajes largos no resulta en absoluto forzada o incómoda.
Una vez acomodado me empiezo a fijar en el habitáculo, tras salir del garaje en el que recogí el coche. Es un diseño de interiores francamente llamativo y para mí atractivo, con detalles en color naranja tales como la retroiluminación, las costuras de los asientos o la pieza de plástico que mueve los aireadores. El naranja incluso llega a ocupar molduras completas en las puertas. Las calidades están a un nivel muy satisfactorio, en la media o incluso sobre la media dentro de los SUV medios de fabricantes generalistas.
Parte de la pieza del salpicadero es de plástico acolchado de tacto blando y gomoso, mientras que la pieza frontal – donde está el equipo de sonido o la instrumentación – es de un plástico duro bien ajustado. Hay remates satinados en la zona del climatizador. La calidad de construcción es buena, algo comprobado al no existir ni un sólo grillo al pasar por zonas bacheadas o asfalto en mal estado. A la vista lo primero que tenemos es la instrumentación, retroiluminada incluso de día y con un enorme velocímetro central.
Los números son muy grandes y de lectura óptima. A la izquierda hay un pequeño cuentavueltas y a la derecha dos relojes pequeños para temperatura del agua y nivel de combustible. Es una disposición muy parecida a la que por ejemplo tiene el Citroën DS3. El ordenador de a bordo se puede ver en la pantalla LCD presente en la parte baja del velocímetro, con el inconveniente de que para cambiar entre los modos hay que pulsar el botón “Trip” situado a la izquierda de la instrumentación, bastante poco a mano.
La consola central es muy sencilla y de uso intuitivo. La parte superior corresponde al sistema de infotainment, coronado por el testigo de desconexión del airbag del pasajero, muy visible. Es un equipo de uso sencillo al que únicamente criticamos que la ruleta derecha queda lejos para el conductor. El climatizador no queda bajo a pesar de que lo pueda parecer, con las ruletas que interesan al conductor a mano. En la parte inferior de la consola se encuentra un espacio para dejar objetos y las entradas auxiliares del equipo de audio.
Hay un pequeño problema con este hueco, y es que si tenemos “pinchado” un pen drive USB, el espacio, que es ideal para un móvil o cartera queda parcialmente inutilizado, y sólo podremos introducir bajo el pen drive un móvil plano u objetos pequeños a sus lados. Realmente no es un gran problema, pues entre los dos asientos hay dos enormes portavasos y un gran compartimento bajo el reposabrazos que podemos utilizar para vaciarnos los bolsillos y conducir tranquilamente.
Las puertas tienen un hueco específico para grandes botellas, y mucho espacio para fundas de gafas (también hay un portagafas), revistas o mapas. La guantera es relativamente pequeña, y no está ni tapizada o iluminada, aunque curiosamente sí está refrigerada. Podríamos refrigerar una botella de medio litro, no más. Un último detalle interesante, los parasoles tienen una pestaña de plástico que incrementa su anchura cuando lo colocamos en la ventanilla, nos protege más eficazmente de la luz lateral.
Plazas traseras muy amplias
Del Kia Sportage destacamos que las plazas traseras tienen un tamaño muy generoso para adultos incluso de talla alta. Sentado en uno de los asientos mi cabeza tiene un palmo hasta el techo y mis rodillas quedan lejos del asiento delantero. Uno de los detalles más interesantes del coche es que tres pasajeros no van a ir demasiado apretados y el piso de estas plazas es completamente plano, sin túneles centrales o huecos portaobjetos que nos molesten. La parte trasera de los asientos delanteros es de plástico duro.
Maletero
Hay que agacharse ligeramente para abrir el gran portón de maletero, pero gracias a ello podemos cargar objetos sin esforzarnos mucho: la boca de carga es baja y no hay salto entre la misma y el suelo de carga. Es un maletero grande, tiene 564 litros de capacidad en un vehículo con un interior muy amplio y menos de 4,50 metros de longitud. Podemos hablar de que el espacio en el Kia Sportage está muy bien aprovechado, tiene uno de los maleteros más grandes de entre SUV similares.
Con los asientos abatidos se forma una superficie de carga casi plana de 1.353 litros de volumen. Bajo el piso hay una rueda de repuesto a tamaño completo con llanta de aleación y herramientas. Es elogiable que la rueda sea completa, pero es aún más elogiable que tenga una llanta de aleación idéntica a las que lleva el coche normalmente y no la habitual llanta de chapa oscura. El maletero está iluminado y cuenta con una toma de corriente de 12 voltios para el uso que se desee.
Continuará…
En Diariomotor: Kia Sportage 2010 | Kia Sportage, más grande, robusto y moderno