¿Conducir un BMW Serie 5 GT o un BMW Serie 7? Lo mejor es probar los dos para apreciar las diferencias, alejado de los prejuicios estéticos. No obstante, en primer lugar, tras haber conducido en varias ocasiones el Mercedes Clase S, mi prioridad era ponerme al volante del BMW Serie 7. Y eso hice en las reviradas carreteras del entorno de Sierra Nevada, a más de 2.000 km de una Autobahn, el hábitat lógico de ésta berlina.
Para colmo, hacía un día soleado y disfrutábamos de una temperatura que llegó a los 22,5 ºC. Esto sería bueno de no ser porque nuestra unidad de pruebas montaba unos neumáticos de invierno, que sin duda influirían en nuestras sensaciones además de una tracción total que en principio podría parecer inútil en esas condiciones. Ambiente hostil y zapatos inadecuados, veamos si son suficientes obstáculos para valorar éste coche como se merece.
Elegancia y dinamismo
La primera vez que me puse delante del actual BMW Serie 7 fue en el Salón de París de 2008. La verdad es que ya bajo los focos del pabellón, me encandiló. Suponía un gran – y acertado – cambio respecto a la generación, me recordaba al E38 que se vendió a finales de los años 90 – el 7 que más me ha gustado – y es como si ahora lo hubieran modernizado.
Es un coche que engaña a primera vista, y es que su silueta hace que no aparente ni sus 5 metros de longitud ni sus dos toneladas de peso. En ésta generación no hay riesgos de diseño, su estilo responde al de la clásica berlina de gran tamaño, aunque con pequeños detalles – como su afilado frontal – que nos hace pensar que estamos ante un modelo más dinámico que otros rivales centrados en el lujo y la ostentación.
Una vez en el interior, encontramos la interpretación moderna del salpicadero típico de BMW, y es que, aunque taparamos el logo del volante, lo reconoceríamos al intanste. Sencillo y rectilíneo pero con una calidad de materiales y terminación digna del precio del coche. Junto a la palanca de cambios encontramos entre otros el mando giratorio del iDrive acompañado de los botones correspondientes a los ajustes de la suspensión y el accionamiento de las cámaras trasera y laterales.
En carretera
Como ya hemos comentado, el punto de partida estaba en Sierra Nevada , ya sin nieve en la calzada y con una temperatura primaveral. Las carreteras cercanas son ideales para disfrutar de un buen deportivo: asfalto en buen estado y muchas curvas de todo tipo. Pero éste no es el caso, estamos ante una berlina que en la mayoría de los casos servirá como transporte de empresarios, políticos y ejecutivos de alto nivel.
Acciono el botón Start y sucede algo que suele pasar con éste tipo de coches. Ni una ligera vibración ni sonido. ¿Es diesel?¿Me han dado un 740d o un 740i? Una mirada al tacómetro me saca de dudas, ya que la zona roja empieza en las 5.000 rpm. También me fijo en el cuentakilómetros, no llega 600 km. De acuerdo, no tiene hecho el rodaje pero eso de casi estrenar un coche de casi 100.000€ no me sucede todos los días. Selecciono la configuración de la suspensión en modo Sport e inicio la marcha.
Tras pocos minutos atravesando Pradollano, salimos a carretera. El cambio automático Steptronic de ocho velocidades va subiendo marchas con mucha suavidad, prácticamente de forma imperceptible. Salimos a carretera y accedemos a un primer tramo de subida con curvas cerradas. Enfilamos la primera recta. El coche responde de inmediato a poco que pisemos el acelarador – disponemos de 600 Nm de par y 306 CV – y eso hace que la velocidad reflejada en el Head Up Display suba incansablemente hasta la frenada previa a trazar la curva.
Aún en la configuración más dura de suspensión el aislamiento es muy alto y filtra perfectamente las irregularidades de la carretera pero quizás lo más soprendente es cuando llegamos a enlazar curvas cada vez a mayor velocidad y apreciamos el Serie 7 se agarra muy bien a pesar de que los neumáticos no eran los más indicados y de que no podemos olvidar que son 5 metros de largo – batalla de 3 metros – junto con dos toneladas de coche.
Repito que no es un coche deportivo ni pretende serlo pero si que es un coche más ágil de lo que podriamos pensar por tamaño y peso. Prácticando una conducción deportiva – dentro de lo que cabe -, hubo pocas curvas en las que las inercias nos aconsejaron entrar más despacio. De está estabilidad tipo ” ir sobre raíles” como se suele decir, es en parte responsable el sistema de tracción total xDrive, que distribuye electrónicamente mediante un embrague multidisco la potencia a los dos ejes según la adherencia.
Lógicamente, el funcionamiento de los sistemas de tracción total se nota más en condiciones de lluvia o nieve pero también en seco. En una recta, el xDrive manda 40% de la potencia al eje delantero y un 60% al trasero, llegando hasta 80% a las ruedas posteriores al tomar una curva. BMW afirma que está así configurado para ayudarnos a trazarla, volviendo a los parámetros normales al enfilar de nuevo la recta.
Frente al BMW Serie 5 GT
La comparación es posible porque comparten plataforma, materiales, motor y tecnología. Es decir, que la principal diferencia está en el diseño exterior. Para mí, el frontal del BMW Serie 5 GT es uno de los que más me gusta – principalmente por el diseño de los faros delanteros – y creo que hubiera sido un acierto ponerselo al Serie 5 y Serie 7, parecido a como lo han hecho con el nuevo Serie 1. El problema viene en la parte trasera, que tanto se ha criticado. A mí no me convence, creo que es poco armónico con el resto del coche. Es la frase típica que decía algo así como que o lo odias o lo amas, pero no te deja indiferente.
Por tanto, damos por hecho que los pocos clientes que lo han comprado están contentos con su exterior pero además estoy seguro que hay muchas más personas que si pudieran lo comprarian. No, no es un diseño que enamore a la mayoría. ¿Error de BMW? Sí, porque no venderan tantos como quieren pero tampoco les saldrá muy caro porque como deciamos comparte muchos elementos con la Serie 7 y sale de la misma línea de montaje de Dingolfing, por lo que puede seguir en el mercado sin mucha inversión
Al volante del Serie 5 GT, se aprecia una suspensión más blanda que el Serie 7 pero muy probablemente en autovía no haya diferencias significativas entre ellos. La dirección es directa, el cambio magnífico y los materiales de alta calidad. Si la estética te agrada, puedes tener un coche equiparable a un Serie 7 – prácticamente un Serie 7 de cinco puertas – por más de 20.000€ menos. ¿Cuál me compraría? Sinceramente, un Serie 7 pero no me importaría tener un Serie 5 GT en el garaje. No nos engañamos los que no nos convence su diseño, es un gran coche.
Principales rivales
Dentro del segmento de las berlinas de lujo o representación compiten varias marcas, si nos centramos en las más vendidas, tres son alemanas. Bajo mi punto de vista, podríamos decir el Mercedes Clase S destila elegancia por los cuatro costados, el Audi A8 destaca por el dinamismo en sus rasgos y el BMW Serie 7 conjuga elegancia y dinamismo a partes iguales.
El Audi A8 no he tenido oportunidad de conducirlo pero el Mercedes Clase S sí que lo he probado en un par de ocasiones. Pude conducir más de 1700 km con un S 350 L y tuve una breve toma de contacto con el S 350 CDI BlueTEC. Comparándolo con el Serie 7, en el Clase S el confort es supremo, aisla totalmente de la carretera al conductor y pasajeros. En éstas sensaciones influye que la dirección tiene un tacto más eléctrico y la suspensión va orientada al confort hasta en modo Sport.
No he probado ambos coches en las mismas condiciones, pero creo que con el Mercedes no podríamos haber tomado las curvas a la velocidad que lo hicimos con el BMW. Podriamos decir que el Mercedes Clase S quizás sea la opción ideal como coche de representación, un coche para llevar chófer. El BMW Serie 7 puede realizar esa misma función sin mimar tanto a sus ocupantes pero con el aliciente de que el conductor – chófer o no – disfrutará más de la conducción, aunque también es cierto que no es el objetivo en éste segmento. En cualquier caso, es un placer viajar en cualquiera de ellos.
El precio de ésta berlina es de 97.600€ – opciones incluidas – según el configurador de BMW. Un precio en consonancia con el de sus rivales y acorde a las prestaciones y equipamiento que lleva. Me quedo con las ganas de probar el Serie 7 en una Autobahn – un recorrido Frankfurt-Berlin, por ejemplo- dónde se apreciarían todas sus capacidades y la tecnología de ayuda a la conducción de la que dispone.
Especificaciones BMW 740d xDrive
• Motor: Diésel, de 6 cilindros en línea con doble turbo
• Cilindrada real: 2.993 cc
• Caja de cambios: Automática de ocho relaciones
• Potencia: 306 CV a 4.400 r.p.m.
• Par máximo: 600 Nm entre 1.500 a 2,500 rpm
• Aceleración (0 a 100 km/h): 6 segundos
• Velocidad máxima: 250 km/h (limitado electrónicamente)
• Peso: 2.025 kg
• Consumos oficiales: Urbano: 8.8 l/100 km, Extraurbano: 5.9 l/100 km, Mixto: 7 l/100 km
• Emisiones de CO2 según UE: 183 gr/km
• Precio (sin extras): desde 92.800 €
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